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El gran ojo de Barajas

AENA invierte 150 millones en una nueva sala de seguridad que vigila todos los rincones del aeropuerto de Barajas.

El aeropuerto de Barajas parece una miniatura de la aldea global. Su carácter cosmopolita le viene dado por el tránsito permanente de miles de pasajeros de nacionalidades recónditas y cercanas que lo recorren a diario. Sólo a lo largo de 1998, más de 25 millones de pasajeros utilizaron el aeropuerto madrileño. Entre tanta gente se suceden todo tipo de incidencias: desde los robos menores a manos de los pequeños rateros hasta los grandes golpes cometidos por bandas internacionales organizadas, pasando por inundaciones o incendios. Pero ni unos ni otros pasan inadvertidos, porque en el aeropuerto hay un gran ojo que todo lo ve: la pantalla gigante de la nueva sala de seguridad de Barajas y los 32 monitores del centro de control.No en vano, Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA, la empresa pública que gestiona el aeropuerto) ha invertido 150 millones de pesetas en estas nuevas instalaciones para la seguridad del aeródromo.

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Una parte de la inversión ha ido destinada a la compra de 300 cámaras que, junto con las 100 que ya había instaladas en Barajas, no dejan un solo rincón del aeródromo sin vigilar. Las nuevas cámaras tienen un teleobjetivo con el que se puede leer un periódico a una distancia de 20 metros y que giran 360 grados en un tiempo de 1,5 segundos. Lo cubren todo: los casi 200.000 metros cuadrados de instalaciones que suman entre las tres terminales (T-1, T-2 y T-3), los 29 muelles de la terminal de carga, la zona de parada de los aviones, las más de 6.000 plazas de estacionamiento para coches que hay en los dos aparcamientos principales, las cafeterías, las oficinas bancarias, las tiendas y demás. "Las cintas de vídeo con las imágenes de los presuntos delincuentes se envían a las fuerzas de seguridad del Estado para que procedan en consecuencia", explica José Sanz, el director general de seguridad de AENA.

En el aeropuerto hay una nueva sala de seguridad, conocida como sala de crisis. Una pantalla gigante que muestra varias imágenes a la vez preside la sala. La pantalla se controla a través de un teclado de ordenador capaz de pinchar las imágenes de cualquiera de las cámaras del aeropuerto. Cuando salta una alarma, las cámaras se dirigen automáticamente hasta el punto donde se haya producido la incidencia y las imágenes se ven inmediatamente en la sala de crisis.

En esta gran pantalla también aparece, en tiempo real, una lista con el nombre que figura en cada unas de las 28.000 tarjetas de los trabajadores que pasan los tornos de acceso a las zonas restringidas.

"Así sabemos en dónde está cada uno de los trabajadores", explica Pedro Pablo Ramos, responsable del departamento de seguridad de AENA.

La sala de crisis tiene una emisora aeronáutica que conecta directamente con la cabina de los aviones. "De tal forma que se puede saber, pongamos por caso, en qué condiciones se aproxima un avión para tomar tierra y qué necesidades puede tener en caso de aterrizaje de emergencia", añadió Ramos. Aeropuertos Españoles proyecta establecer una conexión telefónica directa entre la sala de crisis y el palacio de la Moncloa, el Ministerio del Interior y el servicio de emergencias regional, el 112.

Una puerta corrediza que se abre con una llave especial separa la sala de crisis del nuevo centro de seguridad, donde hay cuatro puestos de control: dos, de los vigilantes privados de AENA; otro, del Cuerpo Nacional de Policía, y el cuarto, de la Guardia Civil. Cada puesto tiene un frente con ocho monitores de televisión, desde donde se vigila todo el aeropuerto. En caso de que los vigilantes presencien un robo por alguna de las pantallas, las cámaras enfocan a los supuestos delincuentes y les siguen a donde encaminen su huida. A partir de ahí se activa un dispositivo conjunto entre vigilancia privada y policía para detener al infractor.

La construcción de la tercera pista ha obligado a ampliar el dispositivo de seguridad. Seis arroyos y una carretera, la que va a Paracuellos de Jarama, cruzan por debajo de esta nueva lanzadera. Este punto requiere de una vigilancia especial. Un complicado sistema de sensores acuáticos se encarga de detectar cualquier cuerpo extraño que navegue en superficie o sumergido por los arroyos. Un entramado de cámaras y sensores alerta sobre el movimiento de coches o peatones en el túnel de la carretera que pasa por debajo de la tercera pista.

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