Padres y docentes
Sin elevar a categoría absoluta los ejemplos que cito, me gustaría glosar dos situaciones muy vivas y llamativas de las que puede ser testigo cualquier padre y ciudadano en los centros de enseñanza de sus hijos, padre perplejo en este caso: - Instituto de Bachillerato de Madrid: ante una situación de insurrección de la generalidad de los alumnos, el profesor decide, excepcionalmente, poner fin a tal diatriba castigando sin recreo a la clase. Los ecos de tal medida llegan a la Asociación de Padres de Alumnos del instituto, que, persuadidos de lo injusto (?) de tal decisión, promueven su impugnación: el inspector de Educación visita el centro y parece con pocas ganas de tomar partido, considerando que deberán ser los servicios jurídicos del ministerio los que resuelvan la legalidad de la sanción impuesta. Tres meses después llega la respuesta del letrado: "... el horario de recreo es intocable por lo que tiene de descanso para el alumno...", o algo por el estilo, así que la decisión escolar es censurada. La autoridad docente queda a los pies de los caballos.
- Escuela pública o privada, también en Madrid: el alumno no acude a clase, y cuando lo hace, pasa por completo de las actividades encomendadas y airea el ambiente escolar con un clima escasamente académico. Es hora de mandar una nota a sus padres; la respuesta evoca en algunos casos una confesada y candorosa impotencia: hagan ustedes lo que puedan...; en otros, la actitud es un pelín insultante: ¿no será que no saben ustedes dirigir al chico?
¿En qué padres nos hemos convertido, tolerantes hasta el hartazgo con las veleidades de los chavales y dimisionarios de nuestros deberes educativos? No maltratemos a los docentes: la labor del centro es "prolongación" de la que pueda recibir en casa, no "sustitutiva" de ésta.-
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