Escenarios

Parece mentira, pero todavía ignoro dónde cae Baqueira Beret. Me pasa lo mismo con las islas Caimán: sé que existen porque ha estado allí Mario Conde, pero sería incapaz de señalarlas en el mapa. Y es que hay lugares irreales, aunque pase la Nochevieja en ellos la familia real, valga la paradoja. Total, que ve uno a Juan Carlos y a Froilán y a la Reina en medio de la nieve, sonriendo a la cámara, y le parece a uno que están haciendo figuración. Quizá, pues, Baqueira sea un decorado en el que nuestros líderes se dejan fotografiar con atuendos difíciles para que no les veamos siempre con la misma ropa. Y es que si al lado de Froilán y de la infanta Elena y de Marichalar ve aparecer uno a Jordi Pujol y, detrás de él, a Aznar o Ana Botella, entonces ya no tiene uno más remedio que deducir, por crédulo que sea, que estamos hablando de un lugar inexistente, utópico. Y ucrónico, si me apuran un poco. Sin embargo, ahí están las fotos, me dirán, y los reportajes de los telediarios. De acuerdo, de acuerdo, no se agolpen ustedes. Si se fijan bien, se darán cuenta enseguida de que la nieve está pintada, como en Siete novias para siete hermanos. Sería demasiada casualidad que en unas fechas tan señaladas fuera a coincidir en un lugar tan frío tanta gente excéntrica. Convénzanse, en fin: Baqueira es un escenario donde se reúnen en plan autosacramental nuestros mayores para mostrarnos una serie de arquetipos sociales y, en consecuencia, unos modelos a imitar por el resto de la humanidad que asiste a la representación desde lugares municipales y espesos como Navacerrada.

Lo que nos preguntamos es por qué no montan un teatro para sacarlos juntos también en agosto y no dar esa imagen de desunión que proporciona el que unos vayan a Oropesa y otros a Mallorca.

A ver.