_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El cristianismo en tiempos de globalizacion

Juan José Tamayo

La aldea global ha sido sustituida por el mercado global, dando lugar al fenómeno de la globalización, que, en su actual modalidad neoliberal, tiene carácter excluyente tanto de continentes enteros, los más subdesarrollados, como de sectores cada vez más amplios de los países desarrollados, los que no se adaptan a la renovación tecnológica. "Es incontestable", afirma Enzensberger, "que el mercado mundial, desde que dejó de ser una visión lejana y se convirtió en realidad global, fabrica cada vez menos ganadores y más perdedores, y eso no en el Tercer Mundo o en el Segundo, sino en los altos centros del capitalismo. Allá son países y continentes enteros los que se ven abandonados y excluidos de los intercambios; aquí son sectores cada vez mas grandes de la población los que, en la competencia cada día más gran de por las calificaciones, no pueden seguir y caen".Nadie puede negar que la globalización de la economía reporta muy pingües beneficios. Pero no se reparten equitativamente. Los países industrializados se benefician más que los subdesarrollados, y, en un mismo país, los ricos logran más ganancias que los más pobres. Lo ponía de manifiesto el informe de las Naciones Unidas de 1997 sobre Pobreza y desarrollo en el mundo con una metáfora muy expresiva: "La globalización es una marea de riqueza que supuestamente levanta a todos los barcos. Pero los hay que tienen más agua debajo que otros.- Los transatlánticos y los yates navegan mejor, mientras que los botes de remo hacen agua y algunos se hunden". El citado informe ilustra la metáfora con datos muy concretos. Durante los próximos años- la liberalización del comercio reportará entre 212.000 y 510.000 millones de dólares. Sin embargo, los 48 países más subdesarrollados tendrán unas pérdidas anuales de 600 millones en material comercial, y los del África subsahariana, de 1.200 millones. También ha crecido el producto, el PIB mundial, en términos globales. Sin embargo, el de 44 naciones subdesarrolladas se ha visto seriamente mermado.

El informe de 1998, centrado, en el consumo, abunda en el carácter desigual y excluyente de la globalización. El consumo de bienes y servicios llegará a superar este año los 24 billones de dólares -seis veces la cifra de 1975-Globalmente se ha llegado a un nivel de consumo de alimentos, energía, educación, transporte, comunicaciones y ocio nunca alcanzado. Pero los niveles de consumo no son homogéneos en todos los pueblos, El 20% de la población mundial hace el 86% de los gastos en consumo personal.

¿Qué papel puede jugar el cristianismo en el actual proceso de globalización económica de corte neoliberal? Dos son las respuestas a esta pregunta dentro del propio, cristianismo.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

La primera es la de los teólogos del capitalismo, que, insensibles al carácter excluyente de la comerciálización global, la legitiman religiosamente y la consideran el "fin de la historia". En El espíritu del capitalismo democrático, M. Novak llega a hablar de las "raíces evangélicas del capitalismo" y. enfátiza la afinidad entre la tradición judeocristiana, la economía de mercado y la democracia.En un discurso pronunciado el 27 de febrero de 1992 en el Congreso Nacional de Empresarlos Cristianos de Francia -celebrado en Lille-, Michel Camdessus, secretario general del Fondo Monetario Internacional, proponía celebrar las bodas entre el mercado mundial y el Reino de Dios universal, como condición necesaria para una mayor producción y un mejor de reparto de los bienes producidos. En el mismo discurso citó el texto del profeta Isaías leído por Jesús en la sinagoga de Nazaret: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la buena noticia a los pobres. Me ha enviado para anunciar la libertad de los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor" (Is, 61, 1-2; Lc, 4, 18-18). "Hoy se ha cumplido ante nosotros la profecía", comentó Jesús. Pues bien, ni corto ni perezoso, Camdessus aplicó el texto a los empresarios de esta guisa: "Ese hoy es nuestro hoy, y nosotros somos- nosotros, que estamos a cargo de la economía- los administradores de una parte en todo caso de esta gracia de Dios: el alivio de los sufrimientos de nuestros hermanos y los procuradores de la expansión de su libertad. Somos quienes han recibido esta Palabra... Sabemos que Dios está con nostros en la tarea de hacer crecer la fraternidad". Estamos ante una de las más cínicas manipulaciones del mensaje evangélico puesto al servicio de intereses excluyentes.

Muy otra es la respuesta de quienes consideramos que el cristianismo puede y debe animar un proceso de mundialización igualitaria alternativo al de la globalización neoliberal actual. El cristianismo es una religión universal. Pero su universalidad nada tiene que ver con la uniformidad del pensamiento y de las conciencias, ni con la imposición de las creencias al mundo entero. Tiene que ver, más bien, con la idea de propiciar un proceso de globalización por la vía de la universalización de los derechos humanos, de la justicia y de la igualdad sin discriminaciones, a partir de la opción por los pobres. En otras palabras, la universalidad del cristianismo debe traducirse hoy en una globalización de la solidaridad desde abajo, que incluya a quienes la globalización neoliberal

excluye. ¿Cómo? Participando en los diferentes foros de solidaridad con iniciativas tendentes al logro de una auténtica fraternidad-sororidad e intentarído hacerlas realidad en sus ámbitos de influencia. He aquí algunas de ellas: derribar el muro de separación entre el Sur y el Norte; colocar la economía al servicio del desarrollo integral de las personas y los pueblos, y no viceversa; denunciar el carácter idolátrico del capital, que exige sacrificios de vidas humanas; defender la democratización de los Estados en torno a los valores comunitarios; mundializar las luchas sociales haciendo converger sus ideales.emancipatorios e integrando las microutopías en un proyecto ético global.

Juan-José Tamayo-Acosta es teólogo y autor del libro Por eso lo mataron. El horizonte ético de Jesús de Nazaret.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_