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Blair intenta recuperar la iniciativa política tras el "caso Mandelson"

El primer ministro británico, Tony Blair, dijo ayer que, a pesar de los problemas políticos y la incertidumbre económica mundial, en 1999 las cosas irán bien en el Reino Unido. Su pronóstico, formulado desde una playa de las islas Seychelles y dirigido a la nación que recibirá el Año Nuevo bajo el azote del peor invierno en años, incluyó una promesa de que el pueblo comenzará a sentir la saludable diferencia que produce el tener un Gobierno del nuevo laborismo.

Sin hacer referencia directa a la crisis que provocó la renuncia de dos ministros, incluyendo su controvertido hombre de confianza, el ex titular de Comercio Peter Mandelson, Blair dio a entender que el asunto es un temporal pasajero como cualquier otro."De tiempo en tiempo, por supuesto, el Gobierno, como cualquier otro, sufrirá reveses, y la prensa se deleitará con ellos. Pero vienen y se van. Lo que queda es el sentimiento nacional hacia un proyecto. Lo que se queda es el manifiesto con el cual el Gobierno ha sido elegido, un programa de reforma y renovación. Un programa que estamos siguiendo al pie de la letra", dijo el primer ministro británico en su mensaje.

Tiempos difíciles

Blair también advirtió de que vienen tiempos difíciles para la economía a causa de las políticas seguidas por sus predecesores conservadores y de la crisis financiera internacional, que ha afectado el crecimiento en todo el mundo. "Gracias a las decisiones que adoptamos al empezar a gobernar , estamos en mejores condiciones para capear cualquier tormenta y salir fortalecidos de ellas", dijo el primer ministro.El paralelismo con fenómenos naturales era curiosamente apto para el momento. Sobre el Reino Unido se abate desde hace tres días una tormenta invernal que ha dejado sin electricidad a gran parte del Ulster y que ha costado la vida a cuatro jóvenes montañeros que formaban parte de un grupo de excursionistas sorprendidos por un alud de nieve en el monte escocés de Aonach Mor. Dadas las condiciones climátológicas y las bajas temperaturas pueden no ser las únicas víctimas.

Quizás por ello, el mensaje de Blair quedó confinado a páginas interiores de los periódicos británicos, que dieron tregua al caso Mandelson y dedicaron su atención y máximos recursos a la matanza de rehenes británicos en Yemen y a los estragos del mal tiempo.

Excepto uno, el liberal The Independent, que abrió su edición con un trueno a ocho columnas: "El viceprimer ministro John Prescott y el canciller del Exchequer, Gordon Brown, han forjado una alianza para reafirmar los valores "tradicionales" a la luz del caso Mandelson". Lo dijo el propio Prescott en una entrevista que vino a confirmar algo de lo que se viene hablando desde hace tiempo: a las fuerzas izquierdistas del Partido Laborista se les está agotando la paciencia para con el nuevo laborismo de Blair.

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Contra el neocapitalismo

Prescott resumió contenidamente ese mensaje cuando afirmó que el 10 de Downing Street debería concentrarse más en lo sustancial que en la retórica. Él y Brown, viejo rival de Blair, van a trabajar juntos para reorientar el Gobierno laborista, un Gobierno cuya proximidad al poder económico resulta incómoda e ideológicamente incongruente.Prescott exhortó al retorno de la política intervencionista de J. Maynard Keynes. Al igual que Brown y millares de laboristas decepcionados, el viceprimer minsitro Prescott quiere combatir los efectos que el neocapitalismo está causando más allá de las luces de Londres.

A la luz de la alianza Prescott-Gordon, la oposición conservadora ya ha comenzado, por cierto, a describir el primer temblor que registra en Downing Street como "una guerra civil que se va calentando".

"Es bastante extraordinario", comentó el dirigente tory John Redwood. Los laboristas, precisó, "están tratando de introducir un tono de debate ideológico a algo que ha sido intenso odio personal" entre Blair y Brown. "El viejo laborismo está intentando recuperar el terreno perdido ante el nuevo laborismo", sentencia por su parte Redwood.

Pero Blair, con su discurso, ha tratado de demostrar que sigue manteniendo en sus manos el timón de mando y que trata de recuperar la iniciativa política una semana después de la dimisión de su hombre de confianza, Peter Mandelson.

Por ello, Tony Blair ha presentado una agenda cargada de temas para el año que está a punto de empezar: introducción de un salario mínimo en abril próximo, impuestos aplazados para quienes logran encontrar trabajo, modernización de la sanidad y de la educación, elecciones para las asambleas de Escocia y Gales y preparar al Reino Unido para una eventual adhesión al euro.

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