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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

¡Y dale!

Fernando Savater

Al señor Teitelbaum le parece que la libertad de asociación es un derecho "obviamente colectivo". A mí, en cambio, me resulta evidente que el derecho de los individuos a asociarse para formar colectivos y actuar por medio de ellos es un derecho individual, aunque de él resulten formaciones colectivas como las familias, los partidos políticos, los sindicatos, las empresas... que luego podrán ser también titulares jurídicos de otros derechos. El señor Teitelbaum interpreta que hasta el derecho al voto es colectivo porque expresa la voluntad popular, y yo sigo pensando que es personal e intransferible porque se vota individualmente. Desde luego, todos los derechos humanos individuales tienen repercusiones colectivas, porque las personas reclaman derechos para participar en la sociedad y ser protegidos por ésta, no para aislarse de los demás. Por tal razón, los Estados democráticos llevan dos siglos de transformaciones institucionales a fin de reconocer, hacer efectivos y compatibles entre sí los derechos humanos, cuyos titulares no por ser individuos dejan de convivir en colectividad... ¡sino que son individuos precisamente por eso!Y también por ese motivo se han explicitado en otros documentos internacionales diversos derechos concretos de índole civil, económica o cultural, con el fin de precisar con mayor detalle las implicaciones colectivas del ejercicio de los derechos individuales. En ocasiones (por ejemplo, en el derecho de autodeterminación de los pueblos colonizados por potencias extranjeras), la explicación se ha convertido en una fuente de equívocos: basta con releer el dictamen del Tribunal Supremo de Canadá sobre el caso de Quebec para darse cuenta de ello. La maldición ritual al neoliberalismo poco nos ayudará a esclarecerlos, aunque, en cambio, resulta reveladora de ciertas compulsiones ideológicas del señor Teitelbaum.

En efecto, opino que ni Clinton ni Sadam Husein tienen derecho individual a ciscarse en los derechos humanos de los sufridos ciudadanos iraquíes, por mucho que ambos lleven a cabo tales agresiones en nombre del interés superior de sus respectivos "pueblos". Para evitar atropellos semejantes sería muy deseable que la ONU alcanzase algún día auténtica fuerza ejecutiva y legislativa a escala mundial, aunque espero que entonces sea asesorada por juristas de mayor perspicacia teórica que el señor Teitelbaum.-

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