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Universidad: Utopías y realidades

A este título responde un libro publicado por el rector de la Universidad de Alicante, profesor Andrés Pedreño, cuya recomendable lectura resulta impactante e impresionante a un mismo tiempo. Los distintos episodios atravesados por la Universidad de Alicante a lo largo de los dos últimos años han rebasado la frontera del interés local, para alcanzar un seguimiento en el conjunto del Estado español. Los hechos han transcendido hasta tal extremo que sobresale en ese sentido el nombramiento doctor honoris causa del rector Pedreño por la Universidad de Nottinghan Trent, en reconocimiento a su gestión universitaria. A lo largo de sus más de doscientas páginas, el lector encuentra una exposición esclarecedora de cómo la Universidad de Alicante ha logrado situarse entre el grupo de los centros de enseñanzas universitarias punteros en nuestro país, en apenas dieciocho años de vida. No obstante, el estilo, habitual para quienes lo conocen, la prudencia, el coraje con el que defiende su sentido del honor y de la verdad, la altura humana y académica, y una sincera modestia, le impiden al rector Pedreño regatear méritos, ciertos y reconocibles, a su equipo de gobierno y a la labor de sus dos predecesores en el cargo: profesores A. Gil Olcina (rector honorario) y R. Martín Mateo; dos maestros que contribuyeron con su ejemplar trayectoria al actual esplendor académico de la Universidad alicantina. El texto redactado por el profesor Pedreño se hace eco, a su vez, de los incidentes que hicieron saltar a la Universidad de Alicante a los medios de comunicación: la polémica segregación de centros y el malentendido protagonismo registrado en el solemne acto de apertura del curso académico 1996-97. Sobre la segregación recientemente se ha manifestado a favor el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. Perfecto, nada que objetar. Pero ello no impide que continúe su trámite el recurso de inconstitucionalidad interpuesto y apoyado por 119 diputados, así como los recursos que juzgue oportunos la Universidad de Alicante en defensa de sus legítimos intereses. Aunque esto podría calificarse hasta de anecdótico, pues lo grave se encuentra en el potencial riesgo de reducir gran parte de la capacidad y prestigio de la Universidad alicantina, extirpándole estudios ya consolidados, como acontece con la Facultad de Medicina, a la cual se le han dedicado durante los últimos años los mayores esfuerzos económicos proporcional y comparativamente, a fin de convertirla en una referencia obligada de este centro académico. Además, piénsese en la dificultad por defender la segregación impuesta, que traslada la dependencia administrativa de Medicina a la Universidad Miguel Hernández de Elche, cuando dicha facultad continuará estando en San Juan, que se encuentra a escasamente seis kilómetros del campus de Sant Vicent del Raspeig, sede de la Universidad de Alicante, mientras que del campus de Elche dista alrededor de 30 kilómetros. Elche debe tener una Universidad con personalidad propia, fruto de las necesidades emanadas de su entorno y sin costes insostenibles frente al resto de universidades valencianas, que es como se planteaba el proyecto original. Déjese a las universidades que sean las que defiendan la estrategia más adecuada a su función vital, tanto docente como investigadora. Muchos de estos aspectos son cuidadosamente desgranados en el atractivo ensayo de Andrés Pedreño que apasionará a los lectores. Pero este libro, de redacción fresca y ligera, como corresponde a aquello que se relata desde la experiencia y la fe en lo que se postula y defiende, atesora un valor añadido, concretamente aquél que radica en la gran utilidad que encierra el mismo para identificar el trabajo hecho con vocación y convicción por un nutrido grupo de universitarios, que han conseguido situar a una Universidad pública, en un plazo que cabría calificar de récord, en una posición de alto reconocimiento en el Estado español. Los avatares recientes han elevado hasta extremos insospechados la popularidad y protagonismo del centro docente alicantino, que a los ojos de la sociedad valenciana y española, hace seguir su trayectoria con simpatía y ciertas dosis de complicidad, que han hecho de Pedreño un "David". El título Universidad: Realidades y Utopías introduce al lector en una enriquecedora reflexión en torno al concepto utópico, matiz que se agradece en la lectura del libro, por suponer una breve incursión en antiguos principios, preocupantemente hoy olvidados o marginados. Los jóvenes inexorablemente deben aspirar a algo más que a la perfidia, al nepotismo o a la apostasía, cuando no a las relaciones sociales, como únicas vías de integración en la sociedad que les espera y necesita acoger. Por tanto, el rector Pedreño habla de utopía, pero como algo posible; de esfuerzo, como algo necesario; y de realidades, como las potencialidades existentes que hay que saber explotar y con lo que hay que convivir; todo lo cual si se es capaz de conjugar y dosificar convenientemente, será un signo de madurez y de preparación para los universitarios del próximo milenio. No caben interpretaciones partidistas cuando la actitud responsable de un gestor, como ocurre con el rector Pedreño, encuentra a su lado a la práctica totalidad de la comunidad universitaria: la propia lo ha ratificado con su reelección como rector para los próximos cuatro años, con un porcentaje tan abrumador a su favor (90% de los votos emitidos y 82% del Claustro), que no necesita mayor justificación. Ése es el mayor éxito de "David" y el principal fracaso de "Goliat", cuya acción ha estado probablemente inducida y "jaleada" por quienes nunca aceptarán que una actitud ética, donde la honradez y la honestidad son las referencias vitales, enriquece a quienes se centran en ella, hasta tal punto que acaban erigiéndose en modelos admirados por la sociedad, que siempre desea esos perfiles y ejemplos, especialmente en los ámbitos educativos que, como la Universidad, forman a sus hijos y a generaciones futuras. Por todo ello, seguimos confiando ciegamente en la razón: en "David".

Vicente M. Monfort Mir es profesor asociado de la Universitat Jaume I de Castellón.

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