Un joven mata a otro de una cuchillada tras un encontronazo en un bar de copas
Las armas blancas han vuelto a cobrarse una vida. José Manuel Bolaño Rodríguez, de 17 años, se sumó este fin de semana a la negra lista en la que entró hace dos meses Eduardo Abad, asesinado tras una discusión de tráfico, y, hace apenas diez días, Aitor Zabaleta, el seguidor de la Real Sociedad muerto a manos de un neonazi. José Manuel, estudiante de tercero de BUP, fue atacado a las 23.45 del sábado a la puerta de un concurrido bar de copas de Fuenlabrada. Su presunto agresor, Mario C.M., carnicero, de 19 años, le asestó una puñalada en el estómago. El crimen se originó por un motivo pueril: un encontronazo en los servicios del pub que degeneró en una pelea y posteriormente en el acuchillamiento. El supuesto homicida permanecía ayer en comisaría.La primera reconstrucción de los hechos sitúa a José Manuel en el servicio del bar de copas Cuatro Rosas, de la calle de la Paz, en Fuenlabrada, poco antes de medianoche. Al servicio entró también Mario. Ambos tropezaron. De las palabras pasaron a los puños, según fuentes policiales. La pelea, rápida, acabó con Mario ensangrentado. El portero del bar les echó a la calle. Una vez fuera, Mario dirigió sus pasos hacia su coche, estacionado calle abajo. Del vehículo sacó, según la primera versión policial y de los testigos, un cuchillo de cortar jamón y regresó en busca de José Manuel. En su camino, algunos amigos intentaron frenarle. No tuvieron éxito.
Cuando Mario alcanzó a José Manuel le retó a otra pelea. La calle estaba abarrotada de jóvenes, pero nadie consiguió evitar el enfrentamiento. Poco después José Manuel se encontró con un cuchillo jamonero atravesándole la boca del estómago. El herido fue trasladado por una ambulancia de la Cruz Roja al hospital Severo Ochoa de Leganés. Los médicos del centro sanitario intentaron reanimarle, sin éxito, durante una hora. A las dos de la madrugada murió. El supuesto homicida fue detenido instantes después del crimen por dos policías locales que se encontraban en la zona efectuando un control de ruido. En su huida, Mario había arrojado el arma a un contenedor de vidrio, de donde fue extraído por la policía con ayuda de los bomberos.
Un testigo, propietario de un bar de la zona, criticó la actuación de la asistencia médica: "La ambulancia de la Cruz Roja tardó más de media hora en llegar. José Manuel había perdido ya mucha sangre". El supuesto autor del apuñalamiento declaró a la policía que "llevaba todo el día bebiendo"
El puesto de la Cruz Roja de Fuenlabrada contestó a las acusaciones de lentitud y señaló: "La ambulancia se encontraba de servicio en Humanes en el momento de los hechos y tuvo que actuar la de Leganés".
Fuentes policiales señalaron ayer que el agresor y su víctima no se conocían. Ninguno de los dos, además, tiene antecedentes policiales y tampoco se les vincula con banda juvenil alguna. Los investigadores más bien apuestan a que detrás de este crimen se agazapa el exceso de alcohol. De hecho, fuentes policiales señalaron que, al ser detenido, Mario manifestó: "Llevaba bebiendo desde las doce de la mañana". En este sentido, la Delegación del Gobierno en Madrid volvió ayer a lamentar la "negra combinación" de alcohol y armas blancas. "Es una conjunción explosiva y peligrosa que se da en casi todos los casos de violencia juvenil", afirmó un portavoz oficial. Precisamente, el control de armas blancas en zonas de copas los fines de semana se ha convertido en objetivo prioritario de la policía. Para ello se puso en marcha en octubre la denominada Operación Luna, un dispositivo destinado a retirar navajas y cuchillos (prácticamente, todas están prohibidas) y sancionar a sus portadores. "El fin de semana pasado se hicieron 140 registros a jóvenes y no se encontró ni una sola navaja. Creíamos que todo iba bien", lamentó ayer un portavoz policial.
La zona de copas donde se registró el apuñalamiento de José Manuel está situada en pleno corazón de Fuenlabrada, en los aledaños de las calles de la Paz, de Maximino Pérez y del Berro. En esta área conviven más de una decena de bares de copas, donde los fines de semana se reúnen cientos de jóvenes, lo que ha motivado las quejas de numerosos vecinos. Por su parte, los propietarios de los bares se reunieron el lunes pasado con representantes del equipo de gobierno de Fuenlabrada, del PSOE, para denunciar la peligrosidad de la zona (negada por fuentes policiales).
"Y la respuesta fue igual que la del año pasado: "Vamos a redoblar la vigilancia, pondremos más policía por la zona". Pero luego nunca cumplen con lo prometido", criticó ayer Antonio Álvarez, el propietario del bar Cuatro Rosas, donde surgió el enfrentamiento que dio lugar al crimen. "Esta zona de bares parece el Lejano Oeste durante las noches de los viernes y sábado. Hay peleas, gritos, los chicos corren calle arriba, calle abajo. No hay control alguno. La policía sólo viene cuando alguno de los vecinos protesta por el ruido. Los agentes miden el ruido y proceden a sancionar al bar de turno", añadió Álvarez.
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