La gran pasión de ir a votar
A diferencia de los ciudadanos del país del cual dependen, los puertorriqueños se han tomado siempre las elecciones de manera visceral, como un evento nacional de vida o muerte. Vestidos de domingo y debatiendo sus preferencias hasta el último minuto, la gran mayoría de los puertorriqueños inscritos (2,2 millones de los 3,8 millones de habitantes) depositó ayer su papeleta en uno de los 1.700 colegios electorales.Mientras tanto, la riada de turistas que llegaron el sábado a bordo de seis mastodónticos cruceros de Estados Unidos, hormigueaban por las calles del viejo San Juan en su mayoría inconscientes del debate interno y el momento histórico que se estaba viviendo en esta escala de sus vacaciones. Algo debieron olerse, al ver tanta cámara de televisión internacional apostada en los lugares más pintorescos de la capital.
Ya desde primera hora de la mañana, mucho antes de conocerse los primeros resultados, los partidarios de la estadidad (plena integración en Estados Unidos) celebraban su causa igual que se celebra en España la victoria de un equipo de fútbol: bloqueando el tráfico y armando grandes pitadas.
Los fanáticos viajaban sentados en la ventanilla de sus coches, ondeando sus banderas, y los transeúntes les daban la réplica indicando con la mano el número de su opción plebiscitaria. La papeleta tenía cinco opciones identificadas por la gente casi sólo por el número, debido a lo enrevesado de su planteamiento.
Familias rotas
La razón de este fervor es que, además del alto grado de manipulación política, el estatus de Puerto Rico es un tema central en la vida de los habitantes de la isla. "Hay familias que se han roto por estar sus miembros a favor o en contra de la estadidad", asegura un vecino. La política se discute abiertamente en la calle, en los bares, especializados en los que están a favor de una u otra postura, en los paseos... La participación se convierte en un acto social.No ir a votar se considera casi una irresponsabilidad, aunque en esta edición del referéndum se ha formado un Frente Anti Plebiscito, relativamente minoritario, que considera esta consulta "antidemocrática y ridícula".
El diario local El Nuevo Día, que no llamaba a la abstención, sí denunciaba en un artículo el sábado cómo las autoridades puertorriqueñas han aplicado muy bien la lección aprendida de los ocupantes españoles: "es el principio de las tres B: baile, botella y baraja, así el pueblo que se divierte no conspira". Ha sido imposible estos días escapar del pegadizo himno pro estadidad del Partido Nuevo Progresista (PNP) de Pedro Rosselló.
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