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Los Iñurrategi describen sus gestas como un reto vital para "romper" con sus "cercos interiores" La Kutxa edita un libro en el que relatan sus ascensiones a nueve "ochomiles"

Los alpinistas Alberto y Félix Iñurrategi presentaron ayer el libro Gure Himalaya (Nuestro Himalaya), editado por la Kutxa, en el que recrean sus ascensiones a los nueve ochomiles que han coronado desde 1990. Estos hermanos montañeros de Aretxabaleta cumplen así "un sueño", el de transcribir una trayectoria deportiva en la que "no se trata de llegar el primero a nada, sino de aumentar la capacidad para superar nuestras debilidades, romper con nuestros cercos interiores". Por eso, hollar la cumbre del Everest sólo fue "un objetivo relativo".

Alberto Iñurrategi, 30 años, explicó ayer durante la presentación del volumen, profusamente ilustrado con fotografías de las expediciones que han realizado al Himalaya -en cada ascensión sacan una media de 3.000 fotografías-, su método: "Nuestra filosofía, cuando vamos a un monte, es subir a la cima pero también aprovechamos para conocer pueblos y culturas". Ante un auditorio de cientos de personas que abarrotaban la sala de cultura de la Kutxa, en San Sebastián, los Iñurrategi desgranaron la elaboración del libro, que incluye tanto sus cuadernos de viaje como textos elaborados por el escritor Koldo Izagirre. El relato sintético de las sucesivas ascensiones a las cumbres del Himalaya -Makalu (8.483 metros), Everest (8.848 m.), K-2 (8.611 m.), Cho Oyu (8.206 m.), Lhotse (8.511 m.), Kangchenjunga (8.586 m.), Sisha Pangma (8.045 m.), Broad Peak (8.047 m.) y Dhaulagiri (8.167 m.)- evidenció el carácter humilde de estos montañeros que con el libro creen que cumplen "con la deuda que teníamos de dar más información sobre nuestras expediciones". Alberto y Félix describen sus emociones y experiencias en el límite de la capacidad humana, como cuando pernoctaron en las estribaciones del Makalu en un agujero hecho en la nieve a 30 grados bajo cero. Cuando en 1992 hollaron el Everest, batiendo la plusmarca de ser los montañeros más jóvenes que lo alcanzaban y sin el recurso del oxígeno artificial, escribieron: "Sería bien triste este deporte nuestro si la marca limite la estableciera la altura de una montaña". Cuentan también: "Llegar aquí es como tocar con la mano el casco del Titanic. No arrancaremos ningún resto legendario, no habrá fetiches que demuestren nuestra hazaña, esta nieve es eterna pero se derrite en la mano". Antihéroes Y a renglón seguido añaden: "No tenemos más que nuestra palabra como prueba de que hemos pisado el tercer polo del mundo. Nuestras victorias se fundamentan en la confianza de la gente, somos lo que somos porque alguien cree en nuestra palabra. El montañismo siempre ha guardado una cierta épica". El prologuista Antxon Pérez de Calleja subraya el carácter de antihéroes de los hermanos Iñurrategi, "cuyo instintivo buen gusto ha rehuido los tonos épicos y la grandilocuencia. En el curioso mundo del montañismo no encontraremos a nadie menos enfático, menos retórico y más proclive a buscar la manera de superar los problemas a base de previsión y organización". De este modo, sostiene que estos alpinistas hacen buena la frase que suele repetir el escultor Jorge Oteiza, "la aventura puede ser loca, pero el aventurero debe estar cuerdo". Koldo Izagirre, autor de los textos que acompañan los cuadernos de viaje, define a Félix y Alberto como "conocidos ciudadanos nepalíes" y describe sus ascensiones como "un viaje más allá de la ecología y del patrioterismo". "Hacen cumbre y, por un instante, se despliega ante ellos el mapamundi de sus mentes abrazándose al cosmos más íntimamente que en el ácido lisérgico, más gozosamente que en la amanita muscaria, unidos solidariamente a la tristeza del más lejano de los seres humanos. Ésa es la mística del Himalaya, si es que alguna mística tiene".

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