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Una ciudad subterránea

El casco antiguo de Utiel alberga una extensa red de cuevas y pasadizos de gran valor que ahora se pretende recuperar

"Todo el casco antiguo es un cúmulo de oquedades y de cámaras subterráneas que casi convierten el centro de la localidad en otra ciudad subterránea". De esta forma tan gráfica describe el director del Colegio Público Blasco Ibáñez de Utiel y el principal estudioso de las casi 150 cuevas catalogadas que alberga el centro urbano de la citada localidad. "Las más antiguas, sobre todo las que existen en torno a las manzanas que rodean la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, datan de mediados de los años 1100 y 1200 y fueron construidas por los árabes, junto con el castillo y sus murallas. No en vano, estas tierras fueron zona de frontera entre los reinos de Castilla y las tierras invadidas por los árabes en el Mediterráneo valenciano", explica Vigo con la experiencia que otorgan las casi 100 visitas realizadas a los subterráneos. Unas exploraciones iniciadas con motivo de la semana cultural del colegio que dirige y que, tras su finalización, él mismo ha continuado. Un hecho que lo convierte en el mayor conocedor y defensor de este patrimonio subterráneo, para el que reclama "más atención así como su pronta recuperación y conservación". El espíritu que alentó la construcción de las primeras oquedades fue el defensivo "y, más que defensivo, el de huida del recinto amurallado, a modo de pasadizos secretos, casi con aspecto laberíntico, en caso de conflicto bélico desfavorable". Es por ello que muchas cuevas todavía se comunican entre sí, a pesar de que sus actuales propietarios las han cegado en parte o en su totalidad. Como explica Vigo, "inmediatamente después de ser construidas adquirieron su segunda función con la que casi han perdurado hasta nuestros días: la de almacén de todos los productos del campo y en especial uno, el vino, tan espléndido y copioso en esta comarca de Utiel-Requena". De hecho, aún hoy es muy común encontrar grandes tinajas en muchas de las cuevas, lo que da idea de cuál fue una de sus principales funciones en el pasado. Hoy el sistema de cultivo y tratamiento individualizado ha dejado paso a la producción industrializada y cooperativista del fruto de la vid, por lo que la mayoría de estas grandes tinajas ahora sólo están llenas de aire o de tierra. En los siglos XVII y XVIII se intensificó la construcción de nuevas cuevas con arcadas, con la ubicación de la mayoría de las tinajas y con su reconversión en improvisadas bodegas subterráneas para el vino. Es de esta época de donde data la mayoría de las construcciones, del orden de las 500, con unas dimensiones muy variables. "Las hay de grandes proporciones, de algunos centenares de metros de longitud y sobre los 200 o 300 metros cuadrados de superficie; y también hay otras de pequeño tamaño, de tan sólo unos 40 metros cuadrados", describe Vigo. Es el alto valor patrimonial e histórico -sobre todo ligado al desarrollo del cultivo y almacenamiento de la vid y el vino en unas tierras que dependen casi al 90% de este producto- lo que ha suscitado la reclamación a la Dirección General de Patrimonio (de la Consejería de Educación y Cultura) de la declaración de bien de interés cultural previa a su recuperación, "aunque, de momento, Patrimonio se ha limitado a declarar las cuevas como bien de relevancia local y a pasar al Ayuntamiento de Utiel el asunto, que ahora debe instar este procedimiento". Unos hechos no exentos de una cierta polémica y varios malos entendidos que incluso han motivado la interposición de varias denuncias entre el ayuntamiento, técnicos en la materia y algunos constructores.

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