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Aspiraciones

Jordi Pujol, presidente de Cataluña, se dejó caer el pasado sábado en Lérida con dos aspiraciones: la necesidad de descentralizar el Consejo General del Poder Judicial y la de que el Tribunal de Justicia de Cataluña se convierta en la última instancia judicial, o lo que es lo mismo, que Cataluña empiece y acabe en Cataluña. Viene esto a pelo, que no a lana, porque el día a día andaluz refleja otro hecho: el de que, a pesar de contar con una autonomía del mismo calado que la catalana, se es consciente de la subordinación a Cataluña, porque la gobernabilidad del PP pasa por las decisiones que adopte CiU. Es la diferencia entre dos aspiraciones: las de quienes conocen y exigen sus derechos por encima del techo competencial, y las de quienes agotan su fuerza dentro de la comunidad, provocando, aun sin proponérselo -lo que es peor-, una conciencia andaluza de segunda clase. No hay más que ver. Cataluña discute sobre los órganos de gobierno de los jueces y, en Andalucía, se sigue discutiendo sobre quién paga los bolígrafos del personal judicial. No exigimos nuestros derechos, se esperan de un Gobierno central que ocupa su tiempo en acuerdos ajustados a los intereses catalanes porque su interés es mandar, no gobernar y realizar una distribución de recursos y de política en atención a la realidad autonómica y a la voluntad ciudadana. Esta situación pide un cambio y este cambio encierra responsabilidad política, que no se observa en el discurso diario. Sin ir más lejos, el desastre ecológico de Doñana se va en discusiones sobre responsabilidades autonómicas o nacionales; no se confía en las razones del cierre o apertura de las minas por las discrepancias de dos consejerías de un mismo gobierno o también la irresponsabilidad de la Consejería de Asuntos Sociales, cuyo titular despacha, la más que posible alteración de la salud mental de la pequeña de Benamaurel, con la frase de que su Consejería ha incurrido en algunas informalidades. No es de extrañar, pues, que Cataluña aspire a contar con una justicia propia y Andalucía se pierda en su interior, sin más aspiraciones que los gestos de disconformidad y de injusticia que muestran muchos de sus políticos. No son más que gestos, no aspiraciones.EUGENIO SUÁREZ PALOMARES

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