La pareja de Ayuso busca un acuerdo de conformidad y después se esconde tres horas por los juzgados con una peluca
Alberto González Amador trata de llegar a un pacto con la Fiscalía y Abogacía del Estado para reducir su pena
El hombre del día en los juzgados de Plaza de Castilla de Madrid, Alberto González Amador, ha protagonizado un ejercicio de escapismo surrealista. La pareja de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, se presentó este lunes a las diez de la mañana en el juzgado de Instrucción número 19. Era su primera cita judicial desde que hace dos meses se conoció que la Fiscalía lo había sido denunciado por un delito fiscal. Una hora después, su declaración se ha suspendido y, para evitar ser visto por los medios de comunicación, ha permanecido durante tres horas por los juzgados, donde ha acudido con un aspecto casi irreconocible: afeitado, con el pelo corto, en un traje azul marino y, aunque parezca mentira, con una peluca gris para pasar desapercibido.
González Amador está acusado de dos delitos contra la Hacienda Pública por un fraude tributario que asciende a más de 350.000 euros y otro de falsedad documental. La vista de este lunes ha durado alrededor de diez minutos. Según fuentes conocedoras del caso, la declaración del novio de Ayuso ―junto a la de los otros cuatro investigados― se ha pospuesto para el 24 de junio. Sin embargo, estas fuentes apuntan a que durante este breve encuentro entre las partes también se ha hablado en un tono informal sobre un acuerdo de conformidad. La pareja de Ayuso, por tanto, admitiría alguno de estos delitos para conseguir una rebaja de penas.
De hecho, no es la primera vez que lo hace. El abogado de González Amador envió el pasado 2 de febrero a la Fiscalía un documento de ocho páginas donde admitía que su cliente cometió dos delitos fiscales y detallaba también la sanción a la que se compromete para evitar entrar en prisión: ocho meses de cárcel y pagar 520.000 euros. La Fiscalía tomó en su momento nota de esa voluntad de pacto, antes de enviar el caso al juzgado, y es ahora cuando comienza la negociación.
Las defensas pueden cerrar estos pactos hasta el mismo momento en que empieza el juicio, en busca de atenuantes para rebajar las condenas. Y, por ello, en este tipo de acuerdos pesa mucho las penas que pueden llegar a pedirse. En el caso del novio de Ayuso, el horizonte judicial que se abre ante sus ojos no resulta nada halagüeño: en la querella se le atribuyen dos delitos fiscales, castigado cada uno con hasta cinco años de cárcel (además de multa); y otro delito de falsedad documental por la trama de facturas falsas, para el que se contempla una pena de entre seis meses y tres años de prisión.
Este lunes, González Amador era el hombre del día en los juzgados de Plaza de Castilla. Se le esperaba en la sexta planta de ese edificio judicial, unas instalaciones laberínticas que los lunes por la mañana son un hervidero de abogados, procuradores, acusados y testigos. Por esta sede, que alberga 54 juzgados de instrucción y seis de vigilancia penitenciaria, pasan diariamente una media de 3.000 personas y trabajan más de 1.100 empleados. Cuenta con tres accesos, el principal, por la Plaza de Castilla, y dos menores, en un lateral que colinda con la vía de Bravo Murillo, y en el lado trasero, por la calle Poeta Joan Maragall. Decenas de periodistas se apostaron esta mañana en las tres entradas antes de la hora de comienzo. También en la planta sexta, donde un grupo más reducido aguardaba en un pasillo la llegada de González Amador. Sin cámaras, porque está prohibido hacer grabaciones dentro. Además, el jefe de seguridad había dispuesto un despliegue especial con refuerzos en todos esos puntos. Pero la pareja de Ayuso les dio esquinazo a todos.
González Amador no fue reconocido a su entrada al edificio ni por la prensa ni por los vigilantes. Pocos minutos después de las 10.00, el jefe de seguridad tuvo que entrar a las oficinas del juzgado 19 para verificar si el investigado se encontraba allí, porque ninguno de sus empleados había sido capaz de identificarlo. El jefe de prensa del Tribunal Superior de Justicia de Madrid también accedió a esas dependencias. Dentro, comprobaron que una persona que decía llamarse Alberto González Amador había aparecido a la hora esperada. En nada se parecía a las pocas fotos disponibles de él. En las imágenes más conocidas, las de González Amador paseando junto a la presidenta madrileña, tomadas por Lagencia Press, se le ve con media melena y barba oscura. Parece alto al lado de Ayuso. Sin embargo, el sujeto que se hallaba en el 19 tenía una estatura mediana, el pelo muy corto, prácticamente rapado, y se había afeitado.
En el pasillo esperaban tres abogados representantes de González Amador, el fiscal Diego Lucas, ―sustituto de Julián Salto, acusado por la pareja de Ayuso de revelación de secretos―, la Abogacía del Estado y los letrados de la acusación popular de Más Madrid y PSOE. El inicio de la vista se vio retrasado por un problema informático. Cuando las partes accedieron a la sala de vistas, el asunto se resolvió rápido. Todos estuvieron de acuerdo en suspender las declaraciones hasta el 24 de junio. El motivo del retraso, según fuentes judiciales, es que no se había podido notificar la cita a su presunto colaborador mexicano, Maximiliano Niederer, y tampoco se había podido tramitar la videoconferencia con los juzgados de Sevilla para que declaren el martes los colaboradores del municipio sevillano de Arahal.
A las 11.08, González Amador salió raudo de las oficinas del 19. En lugar de caminar por el pasillo en dirección a la parte central del edificio, pasando por delante del pequeño grupo de periodistas, enfiló solo hacia un lateral donde también se pueden tomar ascensores y escaleras. Tres guardas de seguridad bloqueaban el acceso de los reporteros a esa zona. Los periodistas solo pudieron ver cómo se alejaba un hombre con pelo corto y espaldas anchas cubiertas con una americana azul marino. Sus zapatos repicaban en el pasillo con paso vertiginoso.
La peluca de González Amador
Fue entonces cuando comenzó de nuevo un juego del gato y el ratón que duró casi tres horas. Unos testigos le dijeron a Europa Press que habían visto a González Amador con una peluca. El guarda de seguridad que habló con EL PAÍS precisó que le vio enfundado con ese añadido solo un minuto después de haber salido del 19. Caminaba solo por las escaleras, pero en lugar de buscar la dirección de salida, volvía a subir hacia la sexta planta. Era una peluca profesional, como las que se consiguen en la tienda del espía.
Sus abogados abandonaron la sede judicial minutos después de la breve vista, pero nadie vio la salida de González Amador. Ni el jefe de seguridad ni el jefe de prensa del TSJM sabían responder si el investigado seguía dentro del edificio. Un vigilante aseguraba que estaban revisando las cámaras para comprobar qué había pasado. El “escapismo” de González Amador era la comidilla entre los guardias. No se podían explicar cómo ninguno lo había detectado. El despliegue especial de seguridad, que normalmente es suspendido en cuanto evacúa el edificio el personaje de interés, continuaba a las 13.30. La prensa seguía aguardando en las tres entradas.
Finalmente, el hombre del día salió del edificio poco antes de las 14.00, acompañado de una mujer rubia, por la puerta trasera de Poeta Joan Maragall. Caminaban con paso ligero. Él, sin la peluca, se cubrió la cara con su teléfono. Los recogió un taxi. “¿Alberto?, ¿eres Alberto?”, preguntó un reportero. Los pocos medios que presenciaron el momento apenas captaron su rostro.
Ayuso, que no tenía actos programados este lunes, pasó el fin de semana en Ibiza sin su novio, según El Economista. Una fuente muy cercana a la presidenta asegura que González Amador sí fue a ese viaje. Niega que este portara peluca este lunes. Preguntada por EL PAÍS sobre la cabellera postiza, uno de sus abogados, Carlos Neira, ha evitado responder.
La nueva imagen de González Amador ha llamado la atención hasta en el PP de Madrid. El secretario general de los populares y número dos de Ayuso, Alfonso Serrano, que también se citó con la pareja de Ayuso en plena polémica por su fraude fiscal, ha comentado horas después en el programa Todo es mentira de Cuatro que él, personalmente, no lo reconoce con este cambio de look. “Ni siquiera lo reconozco a esa persona que estaba en el coche. No sé si es. Yo le conozco de cómo es con el pelo más largo”.
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