Derechos humanos, cincuentenario agridulce
Las campanas de todas las parroquias de los pueblos y ciudades de Cataluña repicarán al unísono a las doce del mediodía de hoy. Entre los actos organizados para celebrar el 50º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, este repique de campañas tendrá un valor simbólico especial, ya que pretende significar la suma de los esfuerzos que se han hecho durante el año para la promoción y defensa de los valores y compromisos contenidos en aquel histórico documento. Desde principios de año, la vida social catalana se ha inundado de actividades destinadas a difundir todo lo relacionado con los derechos humanos, desde conferencias hasta exposiciones, actividades escolares, conciertos y jornadas de reflexión. Así, Cataluña ha respondido con generosidad al llamamiento a la participación que formuló hace un año el Alto Comisionado de las Naciones Unidas a gobiernos y organizaciones políticas, culturales y sociales de todo el mundo. Llegada la emblemática fecha de conmemoración de los 50 años de la declaración, las entidades e instituciones que en Cataluña trabajan día a día en la defensa de los derechos humanos se plantean si se dan las condiciones que justifiquen una celebración. Las personas consultadas coinciden en que hay que celebrar la efeméride, pero sin triunfalismos y desde una posición incondicionalmente crítica. Los discursos autocomplacientes, señalan las personas preguntadas, son papel mojado si el mismo día en que son pronunciados miles de personas mueren víctimas del hambre o de las guerras, otras son torturadas y otras sufren algún tipo de discriminación por ser mujeres, por el color de su piel o por tener una ideología determinada. Éstas son las reflexiones de las personas consultadas: Fèlix Martí, director del Centro Unesco de Cataluña. "En estos 50 años se ha logrado que hoy todas las sociedades proclamen su interés por los derechos humanos, pese a que en la práctica los ignoren. Pero la declaración se encuentra actualmente con dos limitaciones: han surgido problemas nuevos con relación a los derechos humanos y se necesitan nuevas declaraciones y convenciones complementarias relacionadas, por ejemplo, con las nuevas tecnologías genéticas, el medio ambiente o la protección de la diversidad lingüística y cultural. También hay limitaciones en la aplicación de los derechos ya reconocidos, por la poca voluntad política para hacerlos efectivos. Esta conmemoración debería servir para tomar decisiones emblemáticas: entre ellas, condonar la deuda al Tercer Mundo o crear un sistema internacional más eficaz y controlar de forma rigurosa el comercio de armas bajo la autoridad de las Naciones Unidas". Anton Cañellas, "síndic de greuges". "El balance de este medio siglo es, al menos en Cataluña, altamente positivo. No soy, sin embargo, nada autocomplaciente, porque pese a la asimilación de la cultura de los derechos humanos, todavía hay amplios sectores de nuestra sociedad y de otras que no gozan de un pleno ejercicio de estos derechos. Hemos de penalizarnos por no haber logrado niveles más altos de ejercicio y de participación en los derechos sociales, económicos y culturales. También hay que ir más allá en los denominados derechos de las colectividades, como los relacionados con el medio ambiente y la paz". José Manuel Bandrés, presidente del Instituto de Derechos Humanos de Cataluña. "La declaración sigue teniendo una función reivindicativa (lograr el disfrute de todos los derechos humanos para todos, sin exclusiones), sigue conservando una función cautelar (prevenir contra las violaciones de estos principios) y una función militante, movilizadora (capacidad de vencer el escepticismo y exigencia de luchar porque se convierta en una norma jurídica vinculante que obligue a todos los Estados). La humanidad no está en condiciones de olvidarse de la declaración: imaginemos, por un momento, qué sería del mundo sin el soporte crítico de este documento". Francesc Casares, presidente de la comisión impulsada por las organizaciones no gubernamentales (ONG) para conmemorar el 50º aniversario. "En este medio siglo se ha avanzado mucho en la difusión de la cultura de los derechos humanos, pero muy poco en el terreno de la garantía del cumplimiento de estos principios. En Cataluña, como en otros países desarrollados, aún hay un déficit en la protección de los derechos sociales, económicos y culturales". Angelina Hurios, presidenta de la Federación Catalana de ONG por los Derechos Humanos. "Cada día se habla más de derechos humanos, pero a la vez vemos que son violados flagrantemente. Es preocupante el giro que está tomando la economía internacional: los pobres son cada día mas pobres, y los ricos, más ricos. Es destacable el papel de las ONG y del tejido asociativo, muy rico en Cataluña, en la difusión de la cultura de los derechos humanos". Joan Gomis, presidente de Justícia i Pau. "La Declaración Universal de los Derechos Humanos es un gran documento, aunque no inmejorable. Pero es acertado no tocarlo e irlo completando con convenciones o pactos. Hay que mejorar las garantías del cumplimiento de los derechos humanos y denunciar las violaciones. Sin la declaración, la humanidad estaría mucho mas desamparada. Hay que conmemorar este aniversario y no dejar de luchar por los derechos humanos". Núria Vives, portavoz de SOS Racismo. "Si hablamos de racismo, hemos de destacar que estamos todavía muy lejos del cumplimiento de los derechos humanos. En Cataluña, como en otros países, los inmigrantes y las personas de raza gitana sufren actitudes de racismo cotidiano por parte de la sociedad. Pero SOS Racismo considera especialmente grave que sean las propias administraciones las que vulneren los derechos más elementales de los inmigrantes dictando legislaciones claramente discriminatorias hacia estos colectivos". Vicenç Fisas, titular de la Cátedra Unesco sobre Paz y Derechos Humanos de la UAB. "En la próxima década, los derechos humanos dejarán de ser algo abstracto y se hablará más de problemas concretos. Este cambio no lo liderarán los Estados, sino las ONG y los movimientos sociales, que están haciendo un trabajo muy efectivo aprovechando los nuevos sistemas de comunicación. Yo no soy partidario de celebrar este 50º aniversario y no he aceptado participar en ningún acto. Me dedico cada día a la difusión de los derechos humanos y me doy cuenta de que queda mucho por hacer. En lugar de celebraciones, lo que realmente vale es el trabajo diario, aunque es poco agradecido".
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