Tecnología de alto voltaje
No es excepcionalmente grande,pero cuenta con la dimensión suficiente para innovar, para jugar en una parcela del mercado que generalmente es propiedad privada de las multinacionales. Año tras año invierten entre 160 o 180 millones en mantenerse en forma y en estar en la vanguardia. Entre sus proyectos inmediatos está la planta que abrieron en Brasil el pasado febrero y que poco a poco se irá ampliando. El grupo Jema, que se fundó en 1953, cerrará el año con una facturación que rondará los 2.900 millones de pesetas. Echar una mirada a su plantilla es toparse con una cualificación excepcional: el 65% de sus 110 trabajadores son titulados superiores. Se trata de una empresa de alta tecnología que dedica 22 personas de forma continua a la investigación y desarrollo (I+D) y 20 a la ingeniería. El grupo Jema está estructurado en tres empresas: Jema, centrada en sistemas de energía y electrónica; Inelec, fundada en 1982, comercializadora de productos electrónicos de primeras marcas, y Upelec, creada en 1985 para diseñar sistemas integrales de energía a la medida. Pero, ¿qué producen para tener una estructura tan poco normal? "Nosotros fabricamos, aunque nuestra política tiende cada vez más a la subcontratación de placas, piezas o productos semiterminados. Aquí hacemos el chequeo y damos el toque final",asegura Carlos Aguirre,director general del Grupo Jema, quien insiste en que lo suyo es la tecnología. Una de las ramas de negocio más en auge es la de los llamados sistemas de energía. En Jema se construyen equipos que suministran energía a la red de telecomunicaciones. Las antenas o postes que las empresas de telefonía móvil colocan en los edificios, en los montes,... llevan todo un sistema que permite que los teléfonos móviles siempre respondan. Cada compañía tiene un diseño o una estética diferente, pero básicamente el producto es el mismo. "Hemos desarrollado un sistema de sincronismo de la red que permita entre la salida y la llegada de la señal que no haya pérdidas de tiempo y calidad", afirma Aguirre. La segunda pata del negocio son los llamados sistemas Ups, de alimentación inniterrumpida, que protegen las redes informáticas de las caídas en las redes eléctricas, un producto que se distribuye tanto entre los fabricantes de ordenadores como entre los usuarios particulares, grandes industrias, administración pública. Las denominadas por la empresa fuentes especiales no son otra cosa que proyectos de alto valor añadido, de investigación, que se desarrollan para organismos de investigación nuclear para buscar métodos alternativos de generación eléctrica. La cuarta pata del negocio es el control industrial. Jema suministra tanto al sector papelero como al siderometalúrgico sistemas de control para conseguir que las máquinas produzcan al 99% de forma ininterrumpida un producto de calidad. "En los últimos años hemos descuidado la siderurgia, ya que se ha prestado más atención a otros aspectos del negocio", señala Aguirre. Los dos últimos pilares del negocio son la venta de componentes electrónicos y las instalaciones de energía llave en mano. La garantía de sus productos viene por su experiencia, la prueba a escala del producto y la simulación informática de su respuesta. La prueba real casi siempre es imposible.
La pasión de un pelotari
La historia de Jema es la historia de un manitas y de su pasión por la electrónica y el deporte. Jesús María Aguirre, pelotari y ex directivo de la Real Sociedad, el hoy presidente del grupo Jema, nació en 1930 en Zaldibia y ya con doce años hizo su primer negocio, la reparación y venta de una escopeta, operación por la que ganó catorce duros de entonces. Conocido como Jesús Diablua pasó por la Escuela de Comercio de San Sebastián, que pronto abandonó por la Escuela Electrónica de Pamplona. Desmontar un radio y una máquina de escribir fueron su hobby de juventud y los que le llevaron a trabajar en Radio Guipúzcoa, empleo que abandonó para realizar un electrocardiógrafo de encargo. La investigación llevó a Aguirre a constituir en 1953 Jema con el único fin de dar salida a sus inquietudes en un local donostiarra. Estas instalaciones se mantuvieron hasta 1975, año en que se inauguró la actual sede en Lasarte-Oria. Desde entonces el trabajo ha pasado por las dinamos para los automóviles, los prototipos de baterías para Tudor o los acumuladores que mantenían la energía en caso de corte de suministro en los Juegos Olímpicos de Barcelona.
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