Los otros primeros de diciembre

Aún no salgo de la sorpresa de vivir un 1º de diciembre lleno de deseos, estadísticas y fiestas multicolores donde se diluyen los sufrimientos de millones de personas que vivimos con VIH-sida y esos 10 millones de fallecidos. Demasiado optimista para ser real. Confundida la reivindicación con lo deseable, se inflan las ondas y se emiten lazos rojos, imágenes de pastilleo, cuanto más mejor, por un día, la situación de compañeros encarcelados pidiendo justicia, mañana las puertas se cerrarán de nuevo. En este 1º de diciembre parece existir un pacto de silencio donde ni se hablará del Registro de infectados que atenta contra nuestros derechos elementales ni de esa negación de transplantes a losafectados que ha supuesto la muerte de compañeros. Vivimos ilusionados sobre balsas de aceite que nos hacen flotar en la nada y solo el recuerdo a esos amigos, Pipo, Ana, Jon, Jesús... nos hacen mantener la poca dignidad que nos queda, porque este 1º de diciembre, en vez de durar 365 días, sólo dura, por suerte, uno. ¿Acaso nos merecemos tanta burla y tanta utilización de nuestra lucha como algo que todos respetan? Amanece y voy a la escuela sabedor que algunos los de siempre han puesto sabanas, todos, y hasta camisetas con lazos rojos; a los demás, tan ocupados, les falta un trapo para ponerlo o un cuarto de hora para tomar parte en esas cadenas humanas o manifestación que recorre los adoquines mojados de mi pueblo. ¿No se merecen nada millones de personas perdidas?, ¿cómo valoran el dolor en más o menos? Miro al mar y está oscuro y bravo, las olas chocan contra el rompeolas y el viento ruge dolorido de pena. Hablan y hablan personas, omiten el registro, pero no las falsas esperanzas cómodas que garantizan subvenciones. Sólo nos queda esperar, que el río vuelva a su cauce y un día después nos veamos solos con nuestro día a día, la lucha por los Derechos de las personas con VIH-sida. Hoy es 1º de diciembre. Pero cuando esta carta vea la luz mis biorritmos volverán a la normalidad del desengaño, de ver que teníamos razón; sólo nos quedará el recuerdo de una movida un tanto extraña y pesada donde algunas defensas se habrán ido y el rencor permanecerá puesto que quienes no respetan ni tan siquiera nuestros derechos más elementales continúan contentos por lograr el propósito de "normalidad" de un 1º de diciembre más. A mí, personalmente me queda la satisfacción de saber que Amaia, Maite, Lulu, Haidee, Isabel, Andoni, Ainhoa, Camelia o mi pareja, siguen ahí. Un beso grande a todoss los que no sienten miedo de ser lo que quieren y que dan tanto por tan poco manteniendo la dignidad.- Josu Imanol Unanue. Bermeo.