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Un desatino recurrente

Zaplana esquiva el meollo de las sesiones de control invocando el pasado o un futuro halagüeño

El diario de sesiones de las Cortes Valencianas correspondiente al pasado 25 de noviembre recoge una de las sentencias que han pasado a formar parte del repertorio preferido de Eduardo Zaplana cuando replica a asuntos espinosos planteados por la oposición: "Han convertido la Cámara en un desatino permanente". Atinar es "acertar, dar en el blanco". Y en otra de sus varias acepciones "dar por sagacidad natural o un feliz acaso con lo que se busca". El presidente gusta de lamentar el escaso acierto de la oposición a la hora de plantear las preguntas parlamentarias en las sesiones de control al ejecutivo. También, para desesperación de sus rivales políticos, demuestra una sibilina capacidad para evitar que su sagacidad natural o un feliz acaso le conduzcan a centrarse en la cuestión. La sorprendente calidad de los faxes recibidos en el Ayuntamiento de Benicàssim el mismo día en que el pleno municipal abordaba una modificación parcial del Plan General de Ordenación Urbana de la localidad costera, procedentes de la Consejería de Hacienda y de la subdelegación del Gobierno en Castellón, dio pie a las preguntas parlamentarias a Zaplana formuladas por dos portavoces de la oposición el pasado miércoles. Un feliz acaso había repercutido en la recalificación de unos terrenos en primera línea de playa propiedad de Joaquín Farnós, doctor y consejero de Sanidad. El presidente de la Generalitat fue directo al grano: "El único bochornoso espectáculo lo dan ustedes desde hace tres años"; "ustedes son el pasado y sólo vienen a atacar a personas honestas"; "las encuestas dicen que la imagen del gobierno es buena, preocúpese de su partido". Las insidiosas interpelaciones de la oposición resultaron ser, desde la sagaz perspectiva del presidente, "la manifestación del rencor" que el futuro veredicto de las urnas ubicará en su lugar. Dos semanas antes, recibió Glòria Marcos, de Esquerra Unida-Els Verds, cuando quiso saber de boca del presidente qué instancia asumiría los gastos de la fiesta de los mayores celebrada en el estadio de Mestalla. La concentración de miles de jubilados, pagada por la Consejería de Bienestar Social, no fue "un acto político", según el presidente. Sí lo fueron, al parecer, otros que se organizaron antes de 1995 cuando se "contrataron trenes y autobuses que se dejaron sin pagar para llenar actos multitudinarios". Pero el colofón fue de una claridad meridiana, según Zaplana, Esquerra Unida "es prisionera de sus actos de muchos años"; y la perfidia de su portavoz fruto del peso de la culpa: "Sólo hay la mala conciencia de quienes piensan que todos somos iguales". El mecanismo de la sesión de control responde a un esquema que el presidente ha asumido como un trago menor. El portavoz correspondiente de la oposición formula la pregunta literal. Zaplana responde con la misma brevedad, de forma tajante y, en la medida de lo posible, fuerza un retruécano para desestimar la cuestión por su mala formulación. El portavoz correspondiente, con evidente alevosía, repite la operación con profusión de adjetivos y descarga de demagogia. El presidente, con su terno siempre impecable, adopta gesto severo para volver a la tribuna, se abrocha la chaqueta y juega a pasados o futuros, según el caso. La última sesión antes de las vacaciones parlamentarias ilustra el caso. A la pregunta de Antonio Moreno, portavoz socialista, sobre la degradación de los parques naturales en la Comunidad Valenciana, Zaplana replicó: "¿Quiere que le traiga papeles sobre el pelotazo urbanístico que pegaron los socialistas en el Tossal de Benidorm? ¿O en el Peñón d"Ifac?". A finales de mayo el brote de hepatitis C estaba en su punto álgido y las aclaraciones de los responsables de Sanidad sólo sembraban desconcierto entre los usuarios. Zaplana optó por añadir leña al fuego cuando fue interpelado al respecto. Para demostrar que no había fallado ningún mecanismo de control, el presidente se permitió confundir el índice de prevalencia de la enfermedad -la posibilidad estadística de su desarrollo- con el número efectivo de casos detectados y aseguró alegremente que "en la Comunidad Valenciana hay más de 80.000 casos diagnosticados de hepatitis C". Pero luego fue directo a su argumento preferido para replicar al portavoz socialista: "Si esto es un desastre los responsables son ustedes, ustedes tenían a la gente tirada en los pasillos de los hospitales". Semanas antes, el objeto de las aclaraciones en torno al brote de hepatitis C fue Albert Taberner, portavoz de Nova Esquerra. Zaplana espetó condescendiente: "Ustedes alientan la demagogia y el desconcierto público y, aún así, nosotros atendemos a todas las personas que quieran venir a hacerse una analítica". La dimisión de Luis Fernando Cartagena, consejero de Obras Públicas, fue objeto de dos breve preguntas ante la negativa del presidente a comparecer formalmente para explicar los motivos aducidos por uno de los miembros de su Consell. El portavoz socialista fue acusado de "doble moral", de acudir al debate "sin un solo dato" y de haber albergado en su partido a gentes indeseables como Barrionuevo. La portavoz de Esquerra Unida recibió explicaciones similares: "Ustedes sólo intentan que vuelvan los que los ciudadanos dijeron que se tenían que ir". Todo aclarado. Una de las pocas comparecencias severas a que se ha sometido Zaplana a lo largo del presente año fue desactivada por los socialistas y desembocó en un debate de guante blanco. El caso Dolores, la supuesta compra de dos votos en una pequeña localidad de La Vega Baja a cambio de la promesa de millonarias inversiones, se trató en el pleno de las Cortes con intervenciones de todos los grupos. "Acudo para defender la dignidad de la clase política", fue el hilo argumental esgrimido por el presidente, quien llegó a invocar "un código ético nuevo". La cuestión en sí, por un feliz acaso, había quedado al margen del debate, como casi siempre, al menos desde que la sagacidad del presidente le conduce a la práctica del desatino recurrente.

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