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La pelota y la vida

Mikel Ormazabal

En 50 años Miguel Gallastegui ha vivido muchos cambios, pero "la pelota ha cambiado más que la vida". Entonces, "el pelotari tenía más orgullo y coraje. No había seguridad social y se cobraba poco. Yo reservaba hora en el frontón y pagaba la cancha para entrenar. Una vez me duché con agua fría en el Beotibar de Tolosa en plenas Navidades o me echaba al mar en Ondarroa tras el partido". Era otra época y "nada es comparable", por eso rehuye establecer comparaciones entre los pelotaris actuales y sus contemporáneos. Reconoce que Retegi II "ha sido una figura en su época", pero "tráeme los partidos que jugó al año siendo campeón y yo te diré los que jugabámos nosotros", apostilla. La evolución es manifiesta en una fotografía, ampliada al tamaño de una pared, en la que ataca a la pelota con la izquierda mientras extiende el brazo derecho, un miembro poderoso y descomunal. La instantánea recoge un partido en un frontón francés y muestra la clásica indumentaria del pelotari (alpargatas, pantalón y camisa blancos con el gerriko (fajín) colorado) y unas manos con apenas un poco de esparadrapo. "Nosotros nunca llevábamos la mano forrada con tacos como ahora, porque de esta forma es muy difícil gozar la pelota y el pelotari necesita tener sensibilidad en la mano para dirigirla a su gusto, al ancho, al txoko, atrás o cortando encima de la chapa". Su golpe de besagain (golpear a la altura del hombro) era "el más temido por sus rivales porque descargaba todo el peso y la potencia de su cuerpo sobre la pelota y la "rompía" en el frontis", subraya su hijo Luis. En 1945 jugó 104 partidos en 10 meses y matiza que "entonces no había partidos de mentiras. Si no respondías, la empresa te mandaba un mes a casa, no como ahora que pierdes cinco partidos seguidos y no pasa nada". Fue un combatiente impenitente en los despachos para reclamar más ganancias para él y los de su generación. Eso le costó una txapela en 1951 que tenía en el bolsillo. También le entristeció el trato de Asegarce en la última final manomanista al no invitarle a la comida con todos los ex campeones. Fue injustamente agraviado.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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