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Entrevista:

"En el siglo XIII sólo se era enemigo en el campo de batalla"

Alfredo J. Morales (Sevilla, 46 años), catedrático de Historia del Arte, es el comisario de la exposición Metropolis Totius Hispaniae que hasta el 12 de enero se puede ver en el Real Alcázar de Sevilla. No venía ningún milenio, pero cambiaba el mundo conocido. Pregunta. ¿Hubo mucho dolor en la conquista? Respuesta. La primera sección de la exposición la hemos titulado Hasta el mihrab de piedra llora, frase procedente de un poema almohade. P.. ¿Se castellanizó Sevilla o se cristianizó? R. Fue un proceso paralelo que no termina Fernando III y se prolonga hasta 1284, año de la muerte de su hijo, Alfonxo X el Sabio. Por primera vez han vuelto al Alcázar manuscritos que salieron de aquí, como las Tablas Alfonsíes, instrumentos de astronomía y matemáticas fundamentales. P. ¿Fue una conquista a golpe de espada o de crucifijo? R. Cada vez que se entraba en una ciudad y se conquistaba, los castellanos pronunciaban la frase Dios ayuda. P. ¿Fue una guerra de religión? R. En la exposición está la Virgen de las Batallas, una imagen que Fernando III llevaba siempre en el arzón de su caballo cuando guerreaba. Se podía ser enemigo en el campo de batalla, pero no en el campo de la cultura. En la exposición se encuentra una inscripción que Alfonso X el Sabio escribió en cuatro idiomas (castellano, árabe, latín y hebreo) en el sepulcro de su padre. P. ¿Se aprecia transición religiosa? R. En uno de los aldabones de la puerta del Perdón de la catedral pueden leerse las inscripciones árabes porque originariamente era la entrada principal a la mezquita. P. ¿Qué hay de leyenda en estas historias? R. Sevilla recibió la visita de una embajada del sultán de Egipto, que le regaló al rey un cocodrilo nilótico, un colmillo de elefante, una jirafa y una cebra. El cocodrilo se murió, lo disecaron y se perdió. Se hizo uno nuevo de madera que dio nombre a la nave del Lagarto de la catedral de Sevilla. P. ¿Qué falta en la exposición? R. Me hubiera gustado tener más tejidos del Monasterio de las Huelgas en Burgos. Ha sido imposible por su estado de conservación. También habíamos pedido las Cantigas de Santa María, que tampoco ha sido posible. P. ¿Un personaje clave en la intrahistoria de esta exposición? R. El arzobispo don Remondo, que llevó personalmente el tránsito de las mezquitas a parroquias. A algunas les puso nombres de iglesias de Burgos. San Gil le debe su nombre a la parroquia burgalesa en la que se bautizó. P. Artísticamente, ¿qué es lo más llamativo de este relevo? R. Quizá el gusto de los monarcas por la estética musulmana y la influencia del gusto francés por lo gótico.

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