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Tribuna
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Euro

Félix de Azúa

En un reciente artículo, Regis Debray se lamentaba de que la futura moneda europea no acuñe en sus caras sino ventanas, puentes y viaductos, "una simbología sin carne", decía. Comparaba luego esa moneda con la americana, donde figuran padres fundadores, águilas imperiales, el ojo de Dios, y concluía: "Sin pasión no se logra nada grande". ¿Qué entenderá Debray por "grande"? Y, puestos a pensar en magnitudes, ¿cuántas pequeñeces son necesarias para construir una grandeza? ¿Cuáles son los enanos que hacen grande a EEUU e Israel, "las dos últimas naciones mesiánicas del mundo", según afirma un tanto alegremente? ¿Y son grandes o son seniles? ¿Deben seguir fundándose las naciones en Dios y Héroes nacionales, en ejércitos y deporte? ¿Por concesión a la ignorancia o para producir ignorancia? ¿Sigue siendo la historia la única identidad de los ciudadanos como en la época de Napoleón, quiero decir de Napoleón III? La novedad europea consiste precisamente en la eliminación de los artilugios de cohesión burguesa: la religión, la simbología nacional, la historia sagrada, la formación ideológico-militar de los ciudadanos.Una Europa desprovista de símbolos, con un mínimo catálogo de señales, es un ámbito en donde se puede respirar sin pagar tributo de sangre a Dios, a la Nación, al Padre de la Historia. La ventaja es evidente: en ese lugar "diseñado con ordenador", como dice Debray (pero yo lo digo a favor), caben perfectamente los parques temáticos regionales como "Francia", "España" o "Croacia", cuyo carácter de mero espectáculo permite que ni siquiera sean incompatibles "Euskadi" y "España", por ejemplo, siempre que no haya representantes de Dios, herederos de los padres fundadores o juristas de la Identidad cobrando tributo de sangre en las taquillas de entrada.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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