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Tribuna:DE PASADA
Tribuna
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Artes

Un ladrón, esta vez no de pájaros sino de una categoría aún más inverosímil, de bajorrelieves inservibles, penetró en el Cuarto Real de Santo Domingo y se puso a picar hasta que desprendió la porción de antigualla y voló con ella a su madriguera. El Cuarto Real es una construcción del siglo XII que el Ayuntamiento de Granada, que regía Antonio Jara, compró hace ocho años a la familia Dávila Ponce de León para ubicar el museo de la ciudad, pero luego rectificó y fundó en la antigua casa nazarí un museo de ausencias, el de la ciudad invisible, que sólo consta de aire y sombras antiguas, pelusas de sangre azul y montones de polvo ilustre. Cuando los policías municipales se apercibieron del asalto fue demasiado tarde: ya había menos que nada. Los concejales de Gabriel Díaz Berbel y la oposición disputaron ayer sobre el valor de la pieza. En el fondo da igual lo que robaran, puesto que lo verdaderamente valioso, uno diría que impagable, fue la lección de Historia del Arte que dictó el concejal encargado de Economía y Patrimonio, Pedro Revilla, que en su afán de defender la perspicacia de los vigilantes introdujo un nuevo concepto, la "negligencia artística". "Negligencia artística por parte del Ayuntamiento, ninguna", dijo. A partir de ahora habrá que diferenciar entre negligencia basta, que es cuando una institución se deja robar sin gracia ni filigrana, y negligencia artística, que es aquel tipo de incuria que sigue cierto canon estético o la negligencia que es imputable a un político mientras lee, por ejemplo, la Poética de Aristóteles o las Rimas de Bécquer. Si la negligencia en que incurrieron los agentes no fue artística hay que suponer que su despiste, o el de los políticos que enviaron las instrucciones, fue del tipo bruto y no de aquel trabajado con delicadeza según las normas estéticas. Si Tomas de Quincey escribió del asesinato como una de las bellas artes ¿por qué no iba a hablar Revilla, sin disimular su contrariedad, de la negligencia artística? Pero su discurso no se ciñó en exclusiva a acuñar este novísimo concepto sino que además diferenció entre lo "viejo" y lo "antiguo" como dos categorías contrarias, entre lo decrépito devaluado y la ruina romántica. Los tomos de las bibliotecas invisibles del figurado museo de la ciudad fueron enriquecidos ayer con sendas aportaciones. Qué pena que su sustancia sea de la misma materia que los contenidos del museo.

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