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Que la obsesión te acompañe

Dos admiradores de La guerra de las galaxias montan una exposición con 800 objetos de culto

Antonio Jiménez Barca

A lo mejor, David González es el hombre que más veces ha visto la trilogía de La guerra de las galaxias. Calcula, muy a ojo, que más de seiscientas veces. Para echar la cuenta recuerda que a los 15 años había visto sólo la segunda parte, El imperio contraataca, en 45 ocasiones. "Pero luego ya no lo conté más", explica. González, que ahora tiene 24 años, aporta un dato decorativo-ilustrativo: "En mi casa siempre está puesta la película, como un hilo musical". Un amigo suyo, David García, de 28 años, ha reunido, entre otros objetos relacionados con la película, los más de 200 muñequitos animados diferentes de la colección Krenner, que representan a los personajes en diferentes posturas, con diferentes trajes, con diferentes armas... Estos dos fanáticos de Luke Skywalker, la Princesa Leia o Darth Wader han montado por las buenas una exposición en el hotel Puerta de Toledo (metro Puerta de Toledo) con los juguetes, piezas de coleccionista y objetos varios, pero siempre galácticos, que han reunido en sus casas en sus largos años de seguidores incondicionales. En total, 800 cosas. Desde la réplica de la espada de los caballeros Jedi hasta la cabezota de Chewaca.La muestra se abrió el viernes a las cinco de la tarde y cerrará hoy a las nueve de la noche. Cinco minutos después de abrirse, unas doscientas personas, se supone también que devoradores de la trilogía, se abalanzaron a contemplar las maquetas, las máscaras, los muñecos o los pósters. Entre éstos se contaba Paco Cepas, que en sus 30 años ha visto la película (solamente) 30 veces y que cuando se estrenó la primera parte contaba con la edad perfecta como para quedar hipnotizado para siempre: nueve años, "la época del trauma". Cepa resumió en una frase por qué este cuento reúne tanto encanto: "Porque es la historia que estás siempre esperando".

González y García consiguen los objetos, sobre todo, en EE UU y en Inglaterra. Con lo que cuesta la entrada de la exposición (500 pesetas) esperan cubrir gastos. "El hotel nos ha cobrado un pastón y necesitamos que vengan unos 1.500 visitantes", calculan. El primero cuenta que en su casa reserva un sótano y una habitación para almacenar juguetes. "Empecé como todos los niños, lo que pasa es que los demás niños crecieron y yo no", recuerda y sonríe a la vez, dando a entender que lo de quedarse colgado en los 14 años no le importa en absoluto. A su compañero de manía le sucedió algo parecido. Y al público que acudió el viernes, también. Casi todos conocían de memoria los nombres, las armas, los territorios,los planetas... Hasta tres pequeños de nueve años (con la edad perfecta, pues), que eran, sin duda, los que más gritaban, los que más señalaban con el dedo. Los únicos en pegarse trompazos con el cristal protector de las maquetas por querer acercarse demasiado.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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