Expulsado de Pekín
China da 48 horas para que jefe el país al periodista alemán Jürgen Kremb, al que acusa de tener documentos secretos
Con los métodos expeditivos que se utilizaban en Moscú durante la guerra fría, China ordenó ayer la expulsión del corresponsal del prestigioso semanario alemán Der Spiegel, Jürgen Kremb, y le dio 48 horas para marcharse. Kremb, de 41 años, es el segundo periodista alemán que debe abandonar el país en los últimos tres años y su caso amenaza con transformarse en el primer motivo de fricción entre el nuevo Gobierno rojiverde alemán y el de la República Popular. Medios diplomáticos en Bonn se hacen cábalas sobre los motivos que han impulsado a las autoridades chinas a poner en peligro las relaciones con la República Federal de Alemania justamente cuando los máximos responsables de su política exterior, el canciller Gerhard Schröder y el ministro Joschka Fischer, se planteaban sendas visitas a China para principios del año próximo.Kremb reside en Singapur y atiende desde allí las informaciones del sureste asiático y también China, donde debía ser sustituido próximamente. El Ministerio de Exteriores chino le ha acusado de posesión ilegal de documentos secretos y transgresión de la ley. Una decena de agentes de los órganos de seguridad chinos registraron la delegación de Der Spiegel en Pekín de forma aparatosa y violenta en dos ocasiones y amenazaron al periodista con la cárcel en el caso de que se negara a firmar una confesión. El periodista fue obligado a colocarse contra la pared y fue filmado con una cámara de vídeo. Según la versión oficial china, en el registro se encontraron muchas pruebas de los cargos que se le imputan a Kremb. Éste rechazó las acusaciones y afirmó que no sabía de dónde procedían los documentos que las autoridades chinas alegan haber encontrado en su despacho. "No soy tan idiota como para dejar unos documentos secretos en mi oficina", señaló Kremb, y añadió que todos los libros y documentos que se pueden comprar en los mercados de libros viejos son clasificados como secretos en China.
Kremb, que ha escrito sobre disidentes, militares y órganos de seguridad, aludió a la indefensión de los periodistas, a los que siempre se puede acusar de algo. Ha sido una trampa, señaló el corresponsal, que es el segundo representante de Der Spiegel expulsado de Pekín. El primero fue Tiziano Terzani, que, en marzo de 1984, al ser descubierto con una antigua estatua de bronce de Buda en su equipaje, fue obligado a abandonar el país tras ser acusado de posesión ilegal de reliquias culturales y transporte de bienes nacionales chinos.
Ni Kremb ni los diplomáticos alemanes entienden por qué la expulsión ha ocurrido ahora. El visado de Kremb expira el próximo 18 de diciembre y su sucesor en China ha pedido ya su propio visado. Los portavoces del Ministerio de Exteriores, que explicaron la decisión a los representantes diplomáticos alemanes, hicieron especial hincapié en que ésta había sido tomada por los órganos de seguridad. El énfasis puesto en este punto y la circunstancia de que Exteriores estaba organizando una cena de despedida para el corresponsal indican que la decisión podría haber sido impuesta a los responsables de la diplomacia china. Tras la expulsión, el periodista no podrá viajar a China durante cinco años.
El último periodista alemán que tuvo que abandonar China fue el corresponsal del Frankfurter Rundschau, Henrik Bork, al que se tachó de mantener una postura muy crítica. Hace un mes, Pekín expulsó al cronista japonés Yukihisa Nakatsu, del Youmiuri Shimbun, al que se le acusaba de poseer secretos de Estado. El Ministerio de Exteriores en Bonn convocó el martes por la noche al embajador chino, Lu Qiutian.
Otras expulsiones de China afectaron a los norteamericanos John Pomfret (de la agencia de noticias Associated Press) y Allan Pessin (jefe de la delegación de La Voz de América), obligados a dejar China poco después de la matanza de la plaza de Tienanmen en junio de 1989. En aquella ocasión se acusó a los corresponsales de haber mantenido contactos con organizaciones ilegales y de haber contribuido al alzamiento de una rebelión contrarrevolucionaria. Un mes más tarde fue expulsado Mark Hopkins, de La Voz de América. En septiembre de 1991 le tocó el turno al corresponsal del diario The Independent, Andrew Higgins, sin que en aquella ocasión existiera una explicación oficial de la expulsión. El corresponsal manifestó que le había sido confiscado un documento secreto sobre detenciones en la Mongolia Interior.
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