Fracaso en Irak
Estados Unidos se va a concentrar ahora en intentar derrocar a Sadam Husein, potenciando un Gobierno alternativo "que se comprometa a representar y respetar a su pueblo". El anuncio hecho por Clinton es el reconocimiento del fracaso de la política seguida desde el fin de la guerra del Golfo, en 1991. En siete años, ni EE UU ni la comunidad internacional han podido acabar con el dictador. La población sufre los efectos devastadores de un embargo económico inútil, ya que no ha hecho cejar al déspota.La tarea que ahora ha asumido Clinton, incluso si contara con respaldo internacional, no es nada fácil. La oposición está atomizada, y más fuerte en el exterior que en el interior. Cabe recordar que en 1991, tras recuperar Kuwait, la ofensiva internacional se paró sin avanzar hacia Bagdad, porque no contaba con un mandato del Consejo de Seguridad para estos fines, por no antagonizar al mundo árabe y porque el objetivo no declarado era mantener un Irak debilitado pero unido. Hoy, estos mismos condicionantes se mantienen. No obstante, aun sin resultados inmediatos, es necesario ayudar desde fuera a crear una alternativa democrática. Algo que se debía haber intentado años atrás.
Justo después del último enfrentamiento, en el que Bagdad ha vuelto a ceder ante la inminencia de un bombardeo, resulta prepotente que la presidencia del país más poderoso considere que no tiene obligación de consultar más al Consejo de Seguridad para atacar a Irak si Sadam vuelve a dificultar el trabajo de los inspectores de la ONU (Unscom) encargados de buscar y controlar las instalaciones donde pudiera fabricar o almacenar armas de destrucción masiva. No es respetar las reglas del juego acogerse al Consejo sólo cuando éste apoya los deseos estadounidenses y actuar de forma unilateral cuando se ven contrariados.
Que los inspectores de la ONU puedan volver hoy a trabajar es una buena noticia. El objetivo principal es que Irak vea imposibilitada la fabricación de armas de destrucción masiva, en particular las bacteriológicas, las más difíciles de detectar. El control nunca será perfecto, pero sin la Unscom sobre el terreno sería nulo. Un bombardeo de Irak hubiera imposibilitado para siempre esta labor. Hoy, Irak no constituye una amenaza. En el contexto del "reexamen global de las relaciones de Irak con la ONU" que se ha propuesto el Consejo de Seguridad sería hora de ir levantado con cautelas un embargo que castiga sobre todo a millones de inocentes.
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