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Los ecologistas denuncian el derribo de 300 metros de tapia de la Casa de Campo

La organización ecologista Aedenat denunció ayer que el Ayuntamiento de Madrid ha derribado a lo largo de la última semana 300 metros de la tapia de la Casa de Campo, a la altura de Aravaca. Aunque sometida a sucesivas rehabilitaciones, la obra, erigida en el siglo XVIII, mantiene partes originales que han caído bajo la piqueta municipal. Este hecho, al ser el parque un monumento histórico, es considerado por los ecologistas como un flagrante desafio a la Ley de Patrimonio Histórico de 1985, a la correspondiente norma autonómica (aprobada en julio pasado), y de la propia declaración de bien de interés cultural de la Casa de Campo que ha iniciado la Comunidad. En esta línea, el Ayuntamiento, según los ecologistas, no ha solicitado a la Comunidad el preceptivo permiso para las obras y por ello ha incurrido en una infracción sancionada con una multa que puede alcanzar los 100 millones de pesetas."Están derribando un monumento, en vez de rehabilitarlo. La pérdida es irreperable. Aunque es verdad que hay partes de la tapia que carecen de valor, por corresponder a restauraciones bastante burdas, no es menos cierto que otras partes mantienen su mampostería original", afirmó el portavoz ecologista Juan García. La original está compuesta por tramos alternos de sillares de piedra y ladrillo.

La obras emprendidas por el Ayuntamiento han sido financiadas con fondos de la Unión Europea destinados a reforestar el parque y reducir la contaminación de sus aguas. En este plan de rehabilitación del parque, siempre según la versión de los ecologistas, se ha incluido el derribo de la tapia y posiblemente su sustitución por otra.

"El Ayuntamiento de Madrid es el titular efectivo de la Casa de Campo, pero también su principal depredador, pese a los múltiples requerimientos para que lo gestione como un parque histórico", dijo el portavoz ecologista. Este diario trató ayer sin éxito de recabar la versión del Ayuntamiento. La tapia de la Casa de Campo fue levantada durante el reinado de Carlos IV para acotar el parque. Llegó a tener una extensión de 16 kilómetros. Desde entonces su deterioro, al igual que el de otros monumentos de su interior, ha sido constante.

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