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El Gobierno tiene decidido el relevo de López-Amor como director de RTVE

Pío Cabanillas se perfila como probable sustituto en una operación todavía no cerrada

El Gobierno ha tomado la decisión de relevar al actual director general de RTVE, Fernando López-Amor, para nombrar a una persona más coherente con el "viaje al centro" político iniciado por el jefe del Ejecutivo, José María Aznar. Para sustituirle aparece como candidato más probable Pío Cabanillas, aunque la operación no está cerrada todavía. Este relevo sería el gesto que se ofrece a la oposición y a los socios del Gobierno -los nacionalistas catalanes y vascos- como prueba de que hay voluntad de consenso para abordar una reforma de la radiotelevisión pública en España.

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Frente a una persona como López-Amor, extraída directamente de la política -era diputado y portavoz adjunto del PP en el Congreso cuando fue nombrado-, la opción de Pío Cabanillas, que se baraja ahora, es la de un profesional del sector de la televisión, que trabajó para el grupo News Corporation, de Rupert Murdoch, y posteriormente para el Grupo PRISA, tarea esta última que dejó hace unos meses. Cabanillas es hijo del que fuera ministro del aperturismo, en los últimos años del franquismo, y posteriormente de los Gobiernos de UCD.La vertiente política del cambio no puede ser más clara. José María Aznar está decidido a no modificar la composición de su Gabinete, pero necesita relevar a personas que han jugado un papel muy definido en la estrategia de la dureza y de la confrontación de la primera mitad de su legislatura. Aznar está convencido de que la causa principal por la que no termina de despegarse en las encuestas es la imagen de algunos de sus colaboradores.

La salida de Miguel Ángel Rodríguez como portavoz del Ejecutivo, el 10 de julio pasado, fue el primer paso. Rodríguez había hecho del enfrentamiento el eje de su política. Tanto su sustituto como portavoz, Josep Piqué, como su sucesor en la Secretaría de Estado para la Comunicación, Pedro Antonio Martín Marín, han aportado otro talante.

El segundo paso ha sido la marginación del vicepresidente primero, Francisco Álvarez Cascos, que ha quedado fuera de la preparación del Congreso del PP, que abandona la secretaría general del partido y que ha perdido peso en sus funciones dentro del Gobierno.

Fuentes gubernamentales indican que la tercera pieza es Fernando López-Amor, el actual director general de RTVE. Se trata de un hombre vinculado a Álvarez Cascos y enfrentado, él mismo, con la oposición y con los nacionalistas hasta extremos difíciles de asumir para el Gobierno. López-Amor provocó críticas desde el principio, como lo demostró la organización del festival-homenaje en la plaza de toros de Las Ventas a Miguel Ángel Blanco, asesinado por ETA el 6 de julio de 1997. Una iniciativa que debería de haber servido para unir a todos los partidos democráticos terminó con el abucheo a Raimon por cantar en catalán y al actor José Sacristán por su afiliación comunista.

López-Amor, según las fuentes consultadas, tampoco está considerado como la persona más adecuada para que el Gobierno salga del atolladero en que se encuentra respecto a la radio y a la televisión estatales. Frente a un Gabinete necesitado de consensos, López-Amor ha atacado a las autoridades de la Unión Europea por ser blandas con las televisiones privadas, que protestan contra la doble financiación (estatal y comercial) de las públicas. Y lleva ocho meses ausente del Consejo de Administración de RTVE, un órgano que los partidos desean reformar pero que, de momento, es la institución de que se dispone. Toda una serie de vicisitudes han hecho que López-Amor se quede en minoría en ese organismo. Y ha optado por retirarse del mismo alegando un pretexto formal.

Su relevo se interpreta como un viraje estratégico del Gobierno Aznar que tras ganar las elecciones en marzo de 1996 situó al frente de RTVE a Mónica Ridruejo, una economista que dimitió en febrero de 1997 al considerar que sus proyectos para reorganizar el Ente no contaban con el respaldo del Ejecutivo y a la que algunos dirigentes populares reprochaban poca beligerancia con la oposición. Con la sustitución de Lopez Amor para nombrar un nuevo director general, el tercero en menos de tres años, se pretendería cambiar el enfrentamiento obstinado con los otros partidos por una actitud dialogante.

López-Amor ha jugado la carta del mantenimiento de altos niveles de audiencia como baza principal de su gestión. Para ello ha necesitado sostener un elevado nivel de gasto; pero, sabedor de su escasa fuerza política, tampoco ha podido hacer algo más que presentar un presupuesto continuista para el año próximo, que prevé gastos por valor de 266.000 millones de pesetas, frente a unos ingresos de 84.000 millones. Tan terrible desproporción supera ampliamente el presupuesto del Ministerio de Exteriores (127.910 millones), el de Justicia (148.154) y es sólo ligeramente inferior al de Agricultura (188.046). El déficit sólo puede financiarse con nuevas operaciones de crédito, lo cual elevará la deuda acumulada por el ente público hasta los 765.000 millones. RTVE es el líder audiovisual, pero a costa de gastar lo que, por sí mismo, no tiene capacidad de financiar. A este problema de fondo se unen las reiteradas denuncias de partidismo informativo realizadas principalmente por el PSOE y por el PNV.

El programa con que el Partido Popular ganó las elecciones de 1996 afirmaba que "la irresponsable y sectaria dirección ejercida por el partido socialista ha conducido a RTVE a una situación de extrema gravedad, tanto por el exorbitante nivel de endeudamiento como por una gestión caracterizada por el despilfarro y la beligerante orientación partidista". Y añadía que el PP iba a proponer "un acuerdo a todas las fuerzas políticas para diseñar un modelo viable de RTVE".

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