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Confesiones de un subnormal

Un amigo rico quiso explicarme que la prosperidad económica de este país requiere que yo pase a percibir ahora 27.000 calas mensuales en vez de las 90.000, por ahorro a plazo fijo, que cobraba hace unos años. Mi entendimiento financiero, claramente subnormal, oyó entonces también que eso es bueno "para la Alta Economía Nacional" (de la que nada sé) y que se moverán más el empresariado y el paro (que ya lo creo que se mueve: como que hoy se nos engañifa con unas cifras y mañana con otras). Meneos del dinero internacional aparte, el empresariado, los bancos y las cajas ¿de ahorro? españolas están pasando cantidad; mi pobre subnormalidad no entiende bien qué es eso de capitalismo salvaje, pero le está sonando a fetén. José Martí escribió que mucho mayor delito que asaltar un banco es el de fundar un banco. Hasta hace poco y como buen subnormal, uno no entendía eso, pensaba que un banco o caja era un lugar (y seguramente el único) donde tus pesetillas estaban realmente seguras, y donde, si algo había que tratar, todo se regía por fijas normas comerciales, aunque fuesen duras. Tururú. Hoy esas entidades me resultan un miserable zoco donde el sonriente vendedor está a ver si te saca un duro más, casi hasta meterte la mano en los mesmos bolsillos. De ese mismo espíritu ya proviene la suntuosa y nada escasa colección de financieros en la cárcel que adorna hoy España. Los balances de algunas entidades son astutos y verdaderos jeroglíficos; has de convertirte en un administrador profesional para averiguar quién diablos te ha mandado o te ha mangado estas seis mil pesetillas. Pero incluso en su mortal aburrimiento uno puede darse con alguna sorpresita zoquera, como largos e indebidos "calentamientos" de pagos en beneficio de la Casa. ¡Ah, otra!: vivo a tres pasos de la sucursal y, enfermo de papelitis como todos los escritores, esquivo los que puedo, así que pedí no se me mandase el correo bancario, que yo ya lo recogería. De pronto me doy cuenta (casi casualmente) de que, en vez de ahorrarles unos sobres, papeles y trabajo, me están cobrando mil y pico por lo que en los balances titular, desmedida y cínicamente, "Custodia de Bienes". Como sólo se trata de juntar beneficios, muy feo asunto es que se hayan barrido muchas obras sociales y culturales que movían tales entidades, así como que las eliminaciones de personal descarguen abrumadoramente sobre una persona el trabajo de dos. Y, más feo aún, que a enfermos serios se les fuerce a seguir trabajando, pues ahora no basta con el habitual y solvente certificado médico de antes, sino que el tema ha de pasar por un Tribunal (?) Sanitario que suele negarse a la realidad, también en beneficio de la Empresa. Todo esto es cierto como la luz, con nombres, marcas, pelos y señales, así que, por embustero, que nadie se atreva a acusarlo a uno. Pero, aunque no embustero, como lo cuenta un pobre subnormal, el desdichado espera librarse de que lo sienten en un banquillo ante la Alta Economía Nacional.

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