De la fabricación de fósforos y paraguas a las barras de latón
Adaptarse o morir. Éste podría ser el lema empresarial de la firma Hijos de Juan de Garay, que tuvo su primer germen en una fábrica de cerillas creada en 1864 y que, desde entonces, ha fabricado de todo, siguiendo el dictado del mercado. De la factoría de la empresa en la villa de Oñati (Guipúzcoa) han salido desde cajas de fósforos con litografías, hasta paraguas, pasando por la estructura del talgo y andadores para bebés. Cornelio Garay Zuazubiscar inició en 1874, a los 21 años de edad, la fabricación de fósforos y cerillas, una actividad en la que llegó a emplear a 300 personas y que terminó con la nacionalización de la industria fosforera en 1908. Ese año, el Estado compró la empresa a la familia por 161.055, 05 pesetas, a la irrisoria cantidad de 2,50 pesetas el metro cuadrado. Actualmente, el metro de suelo industrial en Guipúzcoa cuesta 17.000 pesetas. La empresa ocupaba entonces un solar de 2.866,57 metros cuadrados, según consta en las escrituras de la expropiación, fechada el 3 de agosto de 1908, y que todavía conserva la familia Garay. El monopolio estatal de la producción de fósforos dejaba atrás una empresa que llegó a acuñar su propia moneda, con el escudo de Carlos VII, durante las guerras carlistas. Pero la nacionalización de la empresa fue momentánea. En 1921, Juan de Garay, hijo de Cornelio, renunció a vivir de las rentas que había obtenido de la venta obligatoria, recompró al Estado las instalaciones y comenzó la fabricación de montura de paraguas con 200 empleados. Garay viajó a Alemania, donde compró maquinaria, contrató a ingenieros, y fundó la primera empresa española de monturas de paraguas. Hasta mayo de 1995 duró esta actividad. "Entonces, nos dimos cuenta que costaba lo mismo hacer un paraguas que comprar uno de Hong Kong, a 1.000 pesetas la unidad, y dejamos de fabricarlos", explica Leopoldo Matos, descendiente del fundador y consejero de Hijos de Juan de Garay. El cese de la actividad no pilló desprevenida a la empresa que, si por algo se caracteriza, es por su continua capacidad de evolución y su ingenio para aprovechar equipos y personal para ofrecer productos diferentes. "Cuando un producto muere, le sustituye otro", explica el director general. Viendo que el negocio de los paraguas no tenía mucho futuro, la dirección de la empresa familiar optó por comenzar la producción de barras de acero en 1926, que ya fabricaban en forma de ejes de paraguas y sombrillas. A esta nueva actividad, se fueron sumando progresivamente todos los empleados de Juan de Garay. Pero entre paraguas y tubos, la empresa hizo sus pinitos en diferentes sectores. Ya en los años setenta, cuando empleaba a unas 700 personas de la comarca de la comarca del Alto Deba, los paraguas dejaron de ser la principal actividad. Guadañas y motos Mangos de guadañas, armarios para correos y casas prefabricadas son algunos de los productos manufacturados en la empresa de Oñati y que el director comercial, Ignacio Ibarrondo, atribuye "al ingenio de los trabajadores". "En la posguerra, se aprovechaban los bidones para fabricar tubos", añade el director comercial de la empresa, que fue militarizada durante la guerra civil. Entre los "hitos de la empresa" la dirección sitúa la fabricación del prototipo del primer tren Talgo y la producción de la moto Lube (que tomó el nombre de Luis Bejerano). Diferentes actividades que han garantizado la permanencia de la empresa que, a lo largo de estos 77 años de historia -desde la recompra de la fábrica-, puede presumir, como pocas empresas vascas, de no haber tenido nunca un expediente de regulación de empleo. "Montábamos toda la moto, excepto el motor y las ruedas", apunta Ibarrondo. Por lo que respecta al talgo, la aportación de Juan de Garay a la construcción del tren articulado ligero Goikoetxea Oriol (Talgo) ha quedado patente en una serie de sellos que emitió Correos para conmemorar el 50 aniversario del tren y en los que aparece Cornelio Garay, nieto del fundador, junto a la estructura del talgo. Actualmente, la empresa cuenta con dos divisiones de fabricación: tubos de acero calibrado y barras y perfiles de latón, de los que han surtido a las empresas cerrajeras de la comarca. El 90% de las empresas cerrajeras españolas se ubican en Guipúzcoa y, especialmente, en las cercanías de Oñati. El carácter emprendedor de la familia, su unión al pueblo y la capacidad de evolucionar son algunos de las características que destacan de la empresa sus actuales responsables. "Los apellidos de los trabajadores se repiten generación tras generación", comenta el director general. Desde 1975, la empresa no ha dejado de aumentar su capacidad productiva y sus instalaciones. A principios de esta década, la empresa compró el solar adyacente, de 20.000 metros cuadrados, para garantizar futuras ampliaciones y edificó 6.000 metros cuadrados nuevos de talleres, donde trabajan un total de 318 personas. Actualmente, Hijos de Juan de Garay cuenta con un terreno de 54.000 metros cuadrados en el centro de Oñati, de los que 40.000 están edificados. La empresa, que está inmersa en un ambicioso plan de expansión, cuenta con una larga lista de clientes. Firmas como Monroe, Gabriel AP Amortiguadores y Delphi se surten de los tubos de precisión de Garay, cuya división de latón provee a empresas como Copreci, Azbe, Lince y Metalúrgica cerrajera de Mondragón. Juan de Garay, que exporta el 30% de su producción a Europa, norte de África, Sudáfrica, México, Colombia y Estados Unidos, cerró 1997 con una facturación de 7.100 millones de pesetas. Para 1998, la cifra de negocio prevista alcanza los 8.000 millones de pesetas. Expansión internacional El próximo paso de la empresa oñatiarra es la implantación en el extranjero, siguiendo los dictados de algunos de sus proveedores y las normas de la economía globalizada que exigen el acercamiento de la producción al mercado. "Las empresas ya no quieren que les envíes los productos, sino que te instales en los países en los que ellos se establecen", comenta Matos. Si le salen las cuentas a Garay, que dispone de dos delegaciones en Madrid y Barcelona, su expansión lógica, siguiendo a sus principales clientes, sería hacia el mercado brasileño, en Sudamérica, y hacia los mercados chino e indio, en Asia.
Una nueva inversión de 4.000 millones
En Hijos de Juan de Garay, ya trabaja la quinta generación familiar descendiente de Cornelio Garay, que comenzó en 1864 la producción de fósforos en Oñati. La empresa, que cuenta con un capital de 750 millones de pesetas, está controlada totalmente por los Garay y cinco miembros de esta saga de emprendedores trabajan en la empresa, que preside Ignacio Garay. Han pasado 134 años desde que Cornelio Garay cambió su Aretxabaleta natal y comenzó la historia empresarial de la familia en Oñati y 77 años desde que Juan de Garay recompró las instalaciones para fabricar paraguas. Desde entonces, la fábrica no ha dejado de expandirse. El último proyecto contempla una inversión de 4.000 millones de pesetas hasta 1999 para duplicar la producción. Hasta el momento, la fabricante de tubos de acero y barras de latón ha invertido 2.800 millones de pesetas en una nueva nave que amplía un total de 7.800 metros cuadrados los talleres. "Los objetivos son ampliar la producción y dar mayor valor añadido a los productos que fabricamos", comenta Leopoldo Matos, consejero de la empresa y biznieto de Juan de Garay. "Hasta ahora vendíamos los tubos de siete metros pero los clientes exigen cada vez más que les ofrezcas un producto a su medida que puedan incorporar directamente a la cadena de montaje", añade Matos. La inversión aumentará la producción de tubo calibrado hasta las 40.000 toneladas y la fabricación de latón, hasta las 30.000 toneladas anuales. El proyecto hará crecer también la plantilla de Hijos de Juan de Garay, a la que se incorporarán hasta el próximo año 70 nuevos trabajadores. Por esta razón, la empresa ha recibido subvenciones del programa Ekimen de la consejería de Industria.
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