ETA apuesta por encargar la negociación a militantes históricos
Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, Txikierdi, sigue encabezando el equipo de interlocutores para hablar del futuro de los presos
La actitud inicial del Gobierno, al hablar el pasado 16 de septiembre de "tregua trampa", no permitía imaginar que mes y medio después fuera a apremiar a ETA para que designe interlocutores autorizados para hablar con él. Pero eso es lo que ha ocurrido esta semana. Mikel Albizu, Iñaki Gracia Arregui, Ángel Iturbe Abasolo y Juan Lorenzo Lasa Mitxelena se encuentran entre los principales candidatos para representar a ETA.
La velocidad de crucero que La Moncloa ha impuesto, una vez celebradas las elecciones vascas, al proceso de comprobación de las intenciones últimas de ETA ha colocado a esa organización ante su primer gran reto tras el inicio de la tregua en su actividad terrorista: acertar con las personas en las que delegar y a las que confiar la interlocución directa con el Gobierno.El Gabinete ya ha dicho que no colocará, ni quiere del otro lado, intermediarios. También ha precisado que no pondrá condiciones ni vetará a quienes ETA designe. Con esto está pidiendo a la banda que las personas a las que deban dirigirse los representantes gubernamentales no sean simples transmisores de mensajes, sino que estén dotadas de poderes reales y efectivos dentro de la organización. En esta dirección apuntan precisamente los nombres más manejados hasta ahora como probables, los de los máximos dirigentes de la banda terrorista, Mikel Albizu, Mikel Antza, e Iñaki Gracia Arregui, Iñaki de Rentería, responsables respectivamente de los aparatos político y militar, desde la detención de la cúpula de ETA en Birdart, en 1992. Algunas opiniones, no obstante, ponen en duda la idoneidad de esas personas, precisamente por haber sido quienes han dirigido la banda en estos últimos años y han impulsado una estrategia que ahora ha dado un giro de 180 grados. Algunas fuentes estiman que a medida que avance el proceso pueden surgir interlocutores que en principio no eran los previsibles. Nadie se atreve, sin embargo, a aventurar otros nombres, pero en medios franceses se cita, entre interrogantes, a Ángel Iturbe Abasolo, huido en octubre junto a Belén González Peñalva de Santo Domingo. Iturbe no tiene ninguna reclamación pendiente por parte de la justicia española, lo que le permitiría salir de la clandestinidad, y sería un interlocutor relativamente aceptable para el Gobierno, ya que no tendría ante sí a alguien con las manos manchadas de sangre.
El peso que en las conversaciones con el Gobierno tendrá el futuro de los presos hará casi con toda seguridad de Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, Txikierdi, un elemento de primera fila. Txikierdi, que cumplirá 44 años el próximo febrero, ha estado en ETA desde los 18. Los últimos 14 años los ha pasado encarcelado, primero en Francia y después, desde 1992, en España. Disciplinado, condenado a cerca de 300 años de cárcel, es, mientras ETA no diga lo contrario, la cabeza de su aparato de interlocución en las cárceles para los asuntos relativos a los presos.
Le acompañan en ese encargo, desde que fueron nombrados por la dirección de ETA,Henry Parot, Mercedes Galdós, Jesús María Zabarte, Begoña Sagarzazu, Gloria Recarte y Jon Gaztelumendi.
Además, todos los cálculos sitúan como posibles interlocutores, en el terreno político, a quienes han llevado a cabo una negociación exitosa con el PNV para lograr la Declaración de Lizarra: Arnaldo Otegi y Joseba Permach, miembros de la Mesa Nacional de HB, y el primero de ellos parlamentario electo por Euskal Herritarrok.
El abogado Iñigo Iruin, también diputado, está llamado a desempeñar un papel esencial, comisionado por la dirección de la coalición radical, pese a no formar parte de ella. Iruin cuenta en su haber con la experiencia de la negociación fracasada en Argel, hace casi diez años, donde ejerció como asesor de Eugenio Echeveste Antxon. El ex-secretario de Estado para la Seguridad Rafael Vera le atribuía recientemente una responsabilidad mayor que a los etarras en el mal final de aquella negociación. Sin embargo, otras fuentes señalan que aquél fracaso le produjo un fuerte pesar e influyó en su alejamiento de las tareas dirigentes en Herri Batasuna.
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