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Tribuna
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¿De quién son los presos?

En cuanto empezó a hablarse de que el Gobierno podría tratar con la banda ETA sobre la suerte de los presos, la coordinadora de los presos y de sus familiares salió al paso para rechazar esa hipótesis. En su opinión, el futuro de los presos que en la actualidad cumplen condena por crímenes y atentados terroristas debe tratarse sólo con los representantes de los propios penados. Han pasado los días y ahora se insiste también en que los reclusos están haciendo la paz por separado. Según las últimas informaciones, algunos han decidido acogerse al sistema de redención de penas por el trabajo y otros han buscado la forma de acercamiento a sus domicilios familiares aduciendo enfermedades de sus parientes y otras cuestiones tomadas del reglamento de Instituciones Penitenciarias susceptibles de serles aplicadas. En ETA, que era una formación en orden cerrado, cunde ahora el ambiente del ¡rompan filas! y del ¡sálvese quien pueda! Los dirigentes de la banda pierden autoridad interna, una vez que han proclamado el abandono del recurso a la violencia. Una violencia a la que se recurría frente al enemigo o el indiferente a la sagrada causa, pero que se aplicaba también, con el rigor incluso de la pena capital, al disidente, como se vio, por ejemplo, con Yoyes o Pertur. Se están viviendo esas circunstancias finales propias del momento en que se aproxima la fecha fija prevista para que los soldados se licencien. En los acuartelamientos la tropa grita unánime al romper la última formación de la jornada aquello de ¡un día menos! y el mando se las ve y se las desea para hacerse obedecer en vísperas de que llegados a una hoja del calendario se extinga su autoridad.Ayer mismo, Genoveva Gastaminza y Ander Landaburu informaban en EL PAÍS de que "la cúpula de ETA forzó el pacto PNV-HB porque estaba segura de que tenía topos" y atribuían al jefe de los comandos etarras un diagnóstico escrito a tenor del cual "todo está podrido en la organización; la tenemos agujereada". Así que ahora comprobamos cómo el deterioro de ETA aceleró el mal llamado pero efectivo alto el fuego. ¿Qué ha sido, pues, de los caminos entreguistas trazados por la señora Margarita Robles, de infatigable locuacidad? Entre tanto, este mismo periódico, en la edición del domingo, avanzaba el pronóstico de que el Estado, es decir los contribuyentes, pagará la deuda fijada por los tribunales como responsabilidad civil hacia las víctimas en las condenas judiciales impuestas a los etarras. Deuda que la Asociación de Víctimas del Terrorismo evalúa en 60.000 millones de pesetas.

Pero más significativo aún es que el diario Euskadi información titule ayer a toda página en primera: "Aznar afronta la cuestión de las víctimas de ETA". Y que en un sumario añada que " asumirá las indemnizaciones y pedirá a las Cortes un solemne agradecimiento institucional". Conviene señalar que en todo el texto amparado por esos titulares para nada figura la más mínima expresión que devalúe el reconocimiento palmario de que ETA ha causado víctimas. El progreso es notable y debe ser reconocido. ¿De cuándo aquí su predecesor periodístico Egin o los de HB en sus buenos tiempos habrían aceptado hacer ese reconocimiento de las víctimas causadas por ETA? Todavía se recuerdan aquellos titulares del citado Egin: "Ortega Lara vuelve a la cárcel", ofrecidos en la primera, cuando la Guardia Civil consiguió liberar al secuestrado del zulo donde lo tenían torturado los etarras. O más recientemente las palabras de los encapuchados, ofrecidas por la BBC como procedentes de destacados dirigentes de ETA, según las cuales la única víctima registrada era el pueblo vasco, privado de sus derechos, y de ahí que resultara improcedente pedir disculpas a las familias de los asesinados como sugerían los periodistas británicos. Dicen que Aznar no exigirá a ETA entregar las armas y que el Gobierno perfila una negociación basada parcialmente en la que protagonizó ETA político-militar. En cuanto a la cúpula etarra aún fuera de las prisiones tendrá que presentar cuanto antes las cuentas del botín acumulado. Un botín que debería entregarse a las víctimas en lugar de ser patrimonializado por los más avispados como vimos en tantas otras ocasiones, la del FLN argelino sin ir más lejos. Y Mikel Antza debería presentarse en la Audiencia y exigir el último lugar a la hora de salir de prisión, como corresponde a todo jefe que a sí mismo se respeta.

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