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El acusado de la muerte de una niña al caer una baldosa no consideró urgente reparar la fachada

José Barnés Piernas, el propietario del edificio del que se desprendió una baldosa que provocó la muerte de una niña, aseguró ayer durante el juicio que a pesar de que un año antes de ocurrir el accidente se había producido otro desprendimiento de ese mismo balcón, no reparó el forjado porque, en su opinión, "sólo era una cuestión de estética". El acusado explicó que ese desprendimiento es similar a la pérdida de un diente. "Si se cae uno, no tiene por qué caerse el de al lado", afirmó ante el tribunal que lo juzgó, opinión que fue rebatida y desmentida por los peritos.

En opinión de los peritos, si no se sustituye esa baldosa se producen filtraciones de agua que pueden provocar la oxidación del material que sujeta las demás a la pared, que es lo que ocurrió en este caso. El fiscal acusa a Barnés de homicidio por imprudencia y solicita un año de prisión y 20 millones de indemnización. La familia de la niña fallecida eleva la petición a tres años de cárcel y 50 millones, mientras que la defensa reclama la absolución. Los hechos ocurrieron la tarde del 2 de octubre de 1996, cuando Ana Collantes estaba en hombros de su padre en el portal del número 330 de la calle de Roger de Flor y fue alcanzada por una baldosa de siete kilos de peso procedente de la terraza del piso séptimo puerta tercera. El impacto provocó la muerte casi instantánea de la niña, que había acudido a visitar a sus abuelos. El acusado era y es el máximo responsable de la sociedad Vijen, SA, la propietaria del edificio. Barnés aseguró que "cuando se cae un cascote de una fachada siempre es algo urgente", pero admitió que no sustituyó la baldosa desprendida a finales de 1995 de esa terraza "porque no había peligro ni quejas de los vecinos", algo que desmintieron los inquilinos. Barnés admitió también que en 1985, cuando se produjeron desprendimientos de al menos otras dos terrazas, reparó una parte de las baldosas con un nuevo anclaje de tornillos, pero no todas. De ahí que los bomberos explicasen que tras el accidente mortal revisaron la fachada y simplemente con las manos arrancaron una veintena de baldosas, de 60 por 20 centímetros, como la que impactó en la cabeza de la niña. Los padres de la niña abandonaron la sala con lágrimas en los ojos cuando los peritos examinaron los restos de la baldosa y explicaron que no había sido anclada con tornillos. "Si se caen es que existe un peligro a causa de la oxidación y frente a eso lo mejor sería revisar todos los balcones y sustituir las piedras que se han desprendido", explicaron. En su informe final el fiscal afirmó: "En este país siempre se actúa cuando ya no hay remedio, pero debemos acostumbrarnos a pedir responsabilidades cuando se produce un accidente". Por eso, el fiscal puntualizó que Barnés era el único que tenía el deber de reparar los desperfectos. Los padres de la niña están en tratamiento psicológico desde el accidente.

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