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La batalla de Chile, tercera parte

Mario Ocampos y Renato Moreau se metieron en política antes de cumplir los 20 años. Eran amigos y correligionarios en la Santiago de Allende. Renato pasó de la alegría revolucionaria a la cárcel que los golpistas improvisaron en el estadio. Le salvó el amor. Su mujer, una guerrillera también encarcelada, era alemana de nacimiento. Se casaron en prisión y la nacionalidad de su cónyuge le dio alas para volar. Renato volvió muchos años después a su país natal, donde es chef del restaurante El café de la Abuela. Mario no necesitó de ningún papel para escapar. Militante del Partido Socialista, trabajaba en la Organización Nacional de Servicio Voluntario. El 9 de septiembre de 1973 viajó a Bonn para participar en un seminario sobre cooperación al desarrollo. Llevaba equipaje para una semana. Los sicarios de Pinochet tomaron la Casa de la Moneda dos días después y Mario tardó 16 años en volver. "Regresé en la última lista de retornados que dio el Papa". Mario Ocampos regenta la Taberna Chilena del Festival de las Naciones que termina su gira nacional en Sevilla. Tiene empleada a Julia Moreau, hija de su amigo Renato. Julia es una escultora nacida en Hamburgo hace 21 años, donde sus padres vivían exiliados. Se separaron; la madre trabaja para la televisión austríaca en documentales sobre países latinoamericanos. Pisó la tierra paterna por primera vez con 8 años y vio en directo la pesadilla de la dictadura. "Nada más llegar, nos cobijaron en una tienda. ¿Por qué me llevaban mis padres a un país donde se mataba a la gente?". Recuerda los apellidos de tres mártires del pinochetismo: Guerrero, Pará y Natino, profesores de su instituto detenidos y posteriormente degollados. "A mi profesor lo balearon en el tórax". Tami, chilena de nacimiento, es la compañera de Mario Ocampos. Hija de emigrantes vascos, su verdadero nombre es Miren Garbiñe Olazarán Echenagusía. "Mi tío era chófer en la Embajada de Chile en Francia y fue el que tiró de los demás". Julia fue víctima de la precocidad política de sus padres, que antes del golpe se fueron a Nicaragua para hacer un curso sobre la guerra de guerrillas. "Por un lado los admiro; tenían muchos cojones, como dicen acá; por otro, preferían la política y no les importó nada los hijos. Lo entiendo. Mi padre tiene un cáncer en el ano de tanta corriente como le metieron. Y a mi madre la violaron muchas veces. Mi hermano nació en la cárcel". Cuando conoció la noticia del auto de Garzón, habló con su madre. "Estaba superemocionada, se pasó todo el día llorando". En cuanto a Renato, su padre, le pasó el mensaje a su nueva esposa. "A lo mejor le dejo un recadito en su página de Internet". Mario Ocampos era en Chile presidente de la federación de estudiantes vespertinos y nocturnos de Comercio. "Teníamos unas responsabilidades increíbles". Está decepcionado con la decisión de la Corte británica. "Demuestra que los ingleses no han cambiado mucho. Con ese criterio, habrían nombrado a Tejero presidente electo de los españoles". A sus 48 años, podría escribir una tesis doctoral sobre la clandestinidad y la estabilidad de la pareja. "Casi todas las parejas que salieron de Chile se separaron. En Italia y España se separaban los hombres; en Alemania, el paso lo daban ellas. Aprendían antes el idioma porque salían a la calle para llevar a los niños al colegio o hacer la compra en el supermercado y hacían más relaciones. Los hombres se pasaban el día encerrados escribiéndole cartas a todo el mundo".

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