Bruselas plantea que el presidente del Euro 11 represente a la moneda europea en el exterior
El presidente del Euro 11 debe ostentar la representación exterior del euro, según el documento que discuten los comisarios europeos, al que ha tenido acceso este diario y que, probablemente, será aprobado el próximo miércoles por la Comisión Europea. La propuesta que maneja Bruselas, que deberá pasar el tamiz de los ministros de Economía, no despeja con claridad las incógnitas sobre quién hablará en nombre del euro en reuniones como las del G-7, en las que será habitual que el presidente del Euro 11 sea ministro de un país que no pertenece al selecto club de países ricos.
La propuesta de decisión que la Comisión Europea presentará al Consejo de Ministros, previa consulta al Banco Central Europeo, sienta algunos principios básicos pero mantiene no pocas incógnitas. Los principios son fundamentalmente dos. El primero, establecido en el artículo 1, que el euro debe hablar con una sola voz en el exterior y que esa sola voz es la del Consejo de Ministros -con la asistencia de la Comisión Europea- y la del Banco Central Europeo (BCE). El segundo, en el artículo 2, que la voz del Consejo será la del país que, perteneciendo al euro, ostente la presidencia de turno de la UE. Si el presidente de turno no pertenece al euro, el portavoz de la divisa europea será el siguiente presidente de la Unión que pertenezca al euro. En la práctica eso es lo mismo que decir que la representación exterior del euro la ostentarán el presidente del Euro11 (siempre con la Comisión) y el BCE.La propuesta de Bruselas es muy clara en cuanto a los principios generales, pero bastante difusa en cuanto a los conflictos de orden práctico que hasta ahora se han puesto sobre la mesa. En particular en lo que se refiere al G-7, un foro informal que sienta cátedra a menudo acerca de la política monetaria internacional, pero al que sólo pertenecen cuatro países de la Unión, de los cuales sólo tres se integran en el euro (Alemania, Francia e Italia) y uno es ajeno (Reino Unido). La Comisión, aunque asiste a las cumbres, no es formalmente miembro del G-7, un clan de países ricos que completan Estados Unidos, Japón y Canadá.
El borrador que baraja la Comisión Europea propone que en las reuniones del G-7 y los grupos preparatorios "los Estados miembros participantes deberán asegurar que la Comunidad esté representada de acuerdo con los principios del artículo 1 y deberán dar todos los pasos necesarios para cumplir ese fin; deberán informar al Consejo y a la Comisión acerca de lo acordado". Es un artículo que lo dice todo y nada al mismo tiempo. Asegura el principio de la voz única, pero no dice cómo. Da por supuesto que los tres países euro del G-7 deberán escuchar al resto para fijar una posición común, pero no mandata reglamentariamente cómo se fija esa postura única.
La polémica sobre el G-7 tiene en el seno de la Unión distintas graduaciones. Alemania defiende que no tiene mayor importancia, porque la verdadera voz de la divisa europea es la del BCE y, por tanto, la cara del euro es la de su presidente, el holandés Wim Duisenberg. Francia, siempre pendiente de acotar políticamente a la entidad emisora, propuso en el Ecofin informal de Viena, el 25 de septiembre último, que los tres países euro del G-7 se turnen rotatoriamente en la representación de la divisa europea en ese foro. Los países pequeños, en esta ocasión con Bélgica de portavoz, propusieron una complicada fórmula basada en que los tres grandes eligieran entre ellos a un presidente por 18 meses y los ocho restantes miembros del euro a un vicepresidente que les represente en el G-7. España, país mediano, no quiere oír hablar de divisiones entre grandes y pequeños que la coloquen en este último grupo.
Puntos sin aclarar
La propuesta de Bruselas tampoco aporta una solución clara en las reuniones del FMI. Propone como portavoz al presidente del Euro11, pero admite que eso sólo es posible si se llega a un acuerdo previo con el Fondo, porque con la actual reglamentación de este organismo puede ocurrir que el presidente de turno del Euro11, aun perteneciendo al FMI, no tenga voz en el directorio ejecutivo, ya que éste está dividido por grupos de países que se ceden por turno la condición de portavoz. Bruselas propone que se llegue a acuerdos temporales con el FMI para asegurar que el país que represente al euro siempre sea portavoz. Igual ocurre en el Comité Interino del FMI.Al llegar al G-10, un grupo menos influyente que el G-7 y formado en realidad por 11 países -los siete más ricos y Bélgica, Holanda, Suecia y Suiza-, la Comisión ya no se remite al artículo 1, sino al 2 -el presidente del Euro11 con la Comisión y el BCE-, a pesar de que no todos los miembros del Euro11 están en el G-10. Ante la OCDE, se vuelve a dar la representación al presidente del Euro11, junto a la Comisión y al BCE.
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