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"Sense el meu home"

"A esa mujer se le enredarán los pechos entre los sarmientos". La burla machista de los demás agricultores no ha hecho mella en el ánimo de Maite Bataller, una pionera que ha sacado adelante sola una viña de 15 hanegadas y un rebaño de ovejas guirres en La Pobla del Duc (La Vall d"Albaida). Esta filóloga de 36 años se encontró en el paro cuando acabó la carrera y decidió explotar las tierras de la familia para "tener algo que comer". Maite y un reducido número de mujeres de mediana edad con estudios universitarios intentan desde hace unos años abrirse camino en un mundo de arraigada tradición masculina. Maite, que ha realizado diversos cursillos formativos para combatir las plagas y saber qué variedades le convienen más a sus tierras, disfruta con las tareas que siempre le han estado vedadas a las mujeres, como podar las vides. "Los otros agricultores vienen a mirar cómo he podado para reírse de los errores, pero a mi me da igual", comenta con indiferencia. Carmen Ortells, de 43 años, heredó hace cuatro años más de 200 hanegadas de naranjales y arrozales en La Ribera. Su marido es arquitecto y ella apenas había pisado el campo, pero sabía que no tenía elección: "O explotaba yo misma los campos o acabarían timándome". Ha vencido en su batalla contra la tristeza de los naranjos y ha instalado nuevos pozos para regar. Macarena Soler, una restauradora de antigüedades de 36 años, vecina de Valencia, también se vio abocada a la agricultura por una situación límite. Con su matrimonio hecho añicos, un niño recién nacido y su padre arruinado y enfermo, cualquier otra se habría venido abajo. Pero esta mujer con carácter aprendió a combatir la cochinilla que amenaza los naranjos y a negociar con los compradores. Sus naranjales de Dénia empiezan a dar rendimiento y ya se plantea reservar una porción del huerto para experimentar con la agricultura ecológica, cultivando sin pesticidas. "En el futuro habrá una gran demanda en centroeuropa", augura. A Macarena se le escapa una sonrisa cuando escucha cómo las esposas de los agricultores empiezan las frases con las mismas tres palabras: el meu home ha dit, el meu home ha fet...

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El 80% de las mujeres rurales completa las rentas de sus familias con trabajos agrarios sacrificados y poco reconocidos
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