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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pactismo vasco

Las dificultades con que se está encontrando el candidato del PNV a la presidencia vasca, Juan José Ibarretxe, para tejer una alianza estable de gobierno indican que las variaciones producidas por las urnas no han sido tan ligeras como podría pensarse. También se ha puesto de manifiesto la existencia en el PNV de dos sensibilidades respecto a la política de alianzas. Las conversaciones son, de otro lado, una prueba sobre el grado de madurez de Euskal Herritarrok en sus primeros pasos en la política democrática.Las dos fórmulas barajadas antes de las elecciones por Ibarretxe (un Gobierno nacionalista con apoyo externo de Euskal Herritarrok -EH- o una coalición de PNV y EA con los socialistas o los populares) son ahora más problemáticas que antes. El sector partidario de proyectar el acuerdo de Estella en la composición del Gobierno esperaba seguramente contar con mayor apoyo. Al margen de EH, antes agrupaba 36 escaños -los del PNV, EA e IU-, casi la mayoría absoluta, y ahora no pasan de 29. El apoyo externo de EH tiene distinto valor y significado en un caso y en otro.

¿Ese apoyo puede favorecer la futura integración de EH en el funcionamiento normal de las instituciones? De momento, su portavoz, Arnaldo Otegi, ha dicho que su participación institucional directa habrá de plantearse, en su caso, después de las elecciones locales de junio. Ello podría interpretarse como el anuncio de su disposición a formar parte en su día de coaliciones de gobierno de las diputaciones (y ayuntamientos), y estaría destinado a evitar que el PNV se comprometa ahora en función de sus alianzas futuras en esas instituciones. El tripartito de la anterior legislatura era aplicable a los tres niveles: Gobierno vasco, diputaciones y ayuntamientos.

Desde su fundación, hace 20 años, en HB ha habido varios debates, con resultados variables, sobre si participar o no en las diputaciones, pero siempre se ha considerado una cuestión de principios no hacerlo regularmente en el Parlamento autónomo. El PNV también rehusó participar en el Parlamento español durante los 19 primeros años de su existencia (entre 1895 y 1914). Herri Batasuna lleva dos décadas de retraso en el aprendizaje de los principios y pautas de la política democrática. Por ejemplo, que el pluralismo implica la necesidad de pactar, es decir, de ceder. HB no está acostumbrada a ceder, ni a discutir sin otro respaldo que los votos y la fuerza de los argumentos. Y por ahora, según ha confirmado Otegi a Ibarretxe, rechaza formar parte de un Gobierno que acepte como marco el del Estatuto de Gernika.

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Quienes en el seno del PNV eran partidarios de recomponer el acuerdo con los socialistas o intentar uno con el PP ponen el acento en que un Gobierno en minoría PNV-EA quedaría en manos de EH, con los riesgos de perder apoyo social. Los resultados han confirmado que PP y PNV compiten ahora directamente por un mismo sector del electorado, especialmente en las capitales. Algo que apenas ocurría cuando la primera fuerza no nacionalista era el PSOE. El PP ha sido el partido más votado en San Sebastián y Vitoria, y ha quedado a cuatro puntos del PNV en Bilbao. La burguesía autonomista de las ciudades, cuyo apoyo es lo que ha dado coherencia al proyecto político nacionalista, difícilmente aceptará un compromiso estable con una fuerza antisistema como sigue siendo EH.

Dada la negativa formal del PP, Ibarretxe preferiría un acuerdo con el PSOE que sirviera también para comprometer a ese partido en el proceso de paz. Pero Otegi ha dicho que lo consideraría "una traición al pacto de Lizarra"; y el portavoz del PNV, Joseba Egibar, que si los socialistas quieren entrar "tendrán que aproximarse al acuerdo de Lizarra". El de Lizarra o Estella, en el que está presente la constelación de organizaciones satélites del MLNV, puede entenderse como un pacto circunstancial para favorecer la tregua de ETA -sensibilidad Ajuria Enea- o tomárselo en serio como un programa rupturista, de superación del estatuto - sensibilidad guipuzcoana-. En el PNV coexisten ambas mentalidades, y seguramente tendrán ocasión de confrontarse en la asamblea que ese partido celebrará el jueves. Lo que no es posible es un Gobierno estable y heterogéneo, como quiere Ibarretxe, sobre la base de la aceptación del acuerdo nacionalista de Estella, como quiere Egibar.

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