Templo de extranjería

Fieles a su religión musulmana rehúsan la carne de cerdo y el vino. Pero 27 de los 46 inmigrantes trasladados por el Ministerio del Interior desde Ceuta y Melilla se enfrentaron ayer al dilema de dormir al raso o aceptar la hospitalidad de una parroquia de Valencia. El frío de las noches de otoño venció a sus convicciones religiosas. Arrebujados en sacos de dormir y mantas cedidas por varias ONG, los inmigrantes africanos durmieron anoche en los locales de la iglesia de la Inmaculada de Vera, en el marinero barrio de la Malva-rosa. El párroco no se amedrantó ante las acusaciones lanzadas contra estos extranjeros por el concejal de Servicios Sociales de Valencia, Bernabé Bueno: "En el albergue de San Juan de Dios bajaban a la calle a venderle droga a las niñas y en el Hogar Social Juvenil [de Aldaia] reventaron las taquillas y robaron todo lo que encontraron". A SOS Racisme y CC OO les extraña que se hayan cometido estos delitos y no se presente ninguna denuncia. "Bernabé Bueno es el primer concejal de una ciudad importante de España que prohíbe la entrada de inmigrantes ilegales a los albergues concertados por el Ayuntamiento", protesta el abogado de CC OO, Javier Botey, que acusa al edil de "xenófobo" por "abocar a los inmigrantes a la delincuencia al dejarlos en la calle sin recursos". El Centro de Atención Integral al Inmigrante de la Consejería de Bienestar Social, el centro municipal de acogida a las personas sin techo y los propios albegues "confirmaron" a CC OO y SOS Racisme que la orden de no alojar a los inmigrantes ilegales partía de la concejalía de Bueno. "Sólo le pedimos que haga honor a su apellido", ironizaba ayer Botey. El concejal se pasó la mañana de ayer "desmintiendo" que denegara el alojamiento a los inmigrantes. "No sé de dónde puede haber salido todo esto, yo estoy muy comprometido con la ayuda a los inmigrantes", replicaba enojado. Según su versión, estos ciudadanos africanos se quedaron en la calle "por falta de plazas en los albergues". Como muestra de buena voluntad anunció que había logrado que seis de los inmigrantes pudieran seguir pernoctando en la Casa de la Caridad. La puesta en libertad el miércoles de los 10 deportados desde Melilla que aún seguían internados en Zapadores complica la búsqueda de alojamiento. Pero no se han producido más envíos. Once inmigrantes siguen alojados en una ONG de Cullera y algunos se han buscado la vida por su cuenta. Las asociaciones que les apoyan estaban encantadas la pasada semana ante las facilidades ofrecidas por el delegado del Gobierno, Carlos González Cepeda, para regularizar su situación. Una promesa que ha atraído a Valencia a inmigrantes deportados a otras ciudades. Pero el miércoles se desplomaron sus esperanzas. Cepeda sólo estaba dispuesto a documentar a los que presentaran una oferta de trabajo. "Es la pescadilla que se muerde la cola, sin papeles no les contratan, y sin trabajo, adiós al permiso", reprocha Paco Solans, de SOS Racisme. Cada viernes le recordarán al delegado, con una concentración ante su despacho, que "las promesas están para cumplirlas".