Encuentros en la tercera edad
En las inmediaciones de Mestalla todo el mundo había envejecido hacia las cinco de la tarde de ayer. Y sin embargo no había estallado ninguna cuba química ni se había declarado el estado independiente de Jubilandia. Se trataba de la "gran fiesta" que cerraba el I Encuentro de Mayores de la Comunidad Valenciana. En las semanas anteriores alrededor de 180.000 mayores de 65 años habían sido convocados en su buzón por el presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana. Con un parque de jubilados tan inquieto por el efecto Imserso, las previsiones no tenían límite. El escenario, y las dimensiones del acontecimiento, conectaba con la demostración de potencia que el PP hizo en las elecciones generales del año 96, que a su vez se quiso emparentar con el acto político considerado como más concurrido de la historia local, el mitin en Mestalla de Luis Lucia convocado por la Derecha Regional Valenciana en 1935. La comunión era perfecta. Un punto de anclaje histórico consagrado a los mayores bajando la rampa de la legislatura hacia las elecciones autonómicas. De cualquier modo, a las cinco de la tarde, una masa gerontológica tan densa no podía pasar desapercibida al satélite meteosat, aunque, sacadas las cuentas, no fueran tantos como los previstos. Los invitados habían ido ocupando alrededor de 40.000 localidades desde las dos de la tarde, mientras el personal movilizado al efecto, 500 voluntarios, 150 porteros y 70 socorristas situados en los vomitorios del campo, trataban de hacer fáciles las cosas. A la entrada recibían bolsas de la Diputación de Valencia y de la CAM con avituallamiento muy sugerente: rosquilletas, polvorones, valencianas, agua y batidos, mientras sobre el escenario levantado en el centro del campo, otros jubilados con jovialidad irrefrenable bailaban tangos y pasodobles desafiando a la arterioesclerosis. Tras un preludio de rifas y facundia, llegó Zaplana, quien, pese haber asegurado que no asistiría, no pudo reprimirse y compareció acompañado de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y el presidente de la Diputación de Valencia, Manuel Tarancón. Cuando Zaplana tomó el micrófono, más de 2.000 siglos de edad y cultura le contemplaban, bajo una atmósfera de leche Molico y un esfuerzo de peluquería, indumentaria y cosmética. En un tono arrollador, Zaplana les recordó que eran 700.000 las personas mayores de 65 años y que la Comunidad Valenciana tenía una deuda con ellas. Y remató la ofrenda floral a capazos: "¡Sois lo mejor de nuestra sociedad! ¡Os lo merecéis todo!" Y salíó zumbado hacia el túnel de vestuarios. La red estaba tendida. Por la mañana, en el pabellón de cristal de la Feria de Valencia, había advertido que "sería de malnacidos no tratar a los mayores como se merecen". Situadas las cosas en este nivel, no podía sino irrumpir María Abradelo con un vestido de color rosa escándalo para presentar a Pepe Marqués, "triunfando como siempre", quien subió al escenario con una chaqueta de nácar y con posturitas de figura de Lladró cantó lo de siempre. Mientras en el escenario se daba paso a la vedette Laura River, en el Gol Sur un centenar de asistentes asaltaban unas cajas con paquetes de zumo y la policía intervenía para evitar el expolio. Los mayores protestaban porque no les daban de merendar y la tensión fue contenida a duras penas. Poca broma con el papeo. Entonces, Laura River ya se había quitado casi toda la ropa y tenía la charcutería al aire, lo que levantó el ánimo en el Gol Gran. Luego, Pepe Triana realizó un derroche de virilidad fortuita con traje marfil, sombrero y mantilla, en tanto que el gobierno de la próstata colapsaba los urinarios y los mayores se perdían sin saber regresar a su asiento. La profanación que realizó Vicky Santel con traje caldera de Antonio Carlos Jobim sólo sirvió para aumentar la sensación de humedad, hasta que Rosita Amores trajo fuego con su catarata cárnica con flecos de color burdeos en los pezones y ascendió la moral. Y con la euforia llegó El Titi, vestido de oro sobre negro, como si fuera una pluma Montblanc, proclamó que él era "mariquita de nacimiento" y cantó Libérate, y este himno estimuló carnes muy remotas, aunque no logró reanimar la de Carmen Morell, que cerró la verbena casi desde el más allá.
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