La policía admite que no tiene pruebas sobre los asesinatos de los comerciantes
Los indicios contra el acusado de asesinar a a tres comerciantesson contundentes: confesión, repetición del método y abrumadora unanimidad de los testigos a la hora de colocar a Juan Luis Roa en la órbita de los homicidios. Sin embargo, la policía admitió ayer en la tercera jornada del juicio que no tiene ni una sola prueba física. En el caso del secuestro de una niña de cinco años y su cuidadora, por el contrario, todo está atado y bien atado en contra del presunto culpable.
La confesión del propio Roa fue tan completa que sorprendió a los propios investigadores que le siguieron la pista durante cerca de un mes. El acusado dio tal cantidad de detalles, que incluso ayudó a atar cabos para esclarecer las circunstancias en la que se produjeron los homicidios de los tres comerciantes. En el primer caso, en el Polígono Store, develó que había ayudado a la víctima, el mismo día del asesinato, a transportar una caja de caudales al interior de su local. O, en el crimen de la Lamparería Montoro, descubrió a los agentes la existencia de una lámpara, con la que la víctima intentó defenderse. Precisamente en este caso, que ocupó gran parte de la vista de ayer, es donde menos indicios hay. Tan sólo que el modus operandi es idéntico. Las anteriores víctimas eran muy conocidos de Roa, a través de su trabajo como montador de cocinas. Sin embargo, el dependiente de la lamparería tan sólo le conocía como futuro cliente (que insistía en llegar a la hora de cierre) que prometía una compra cuantiosa. El acercarse a la víctima, entablar amistad y despertar la confianza hasta que llegara el momento de robar y después asesinar es una de las constantes en todos los casos. Roa (que llegó a pedir durante su confesión auxilió psiquiátrico para dejar de delinquir) fue identificado como el posible asesino tras encontrar en su poder una navaja y un guante (otras dos constantes) cuando merodeaba alrededor de una joyería. No se le detuvo pero se empezó la vigilancia que cristalizó en su detención tras el secuestro.
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