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Entrevista:

"La Constitución no es pétrea: estableció métodos de reforma"

Xosé Hermida

, Por mucho que arrecie el vendaval nacionalista, Manuel Fraga está convencido del buen estado de salud de la Constitución que contribuyó a redactar hace 20 años. El presidente de Galicia, a punto de cumplir 76 años y que emprende hoy su segundo viaje a Cuba, descalifica a los nacionalismos como opciones "minoritarias" que tendrán que plegarse a la opinión de la mayoría de los españoles, contraria a cambiar el modelo de Estado.

Pregunta. Dice que defenderá "enérgicamente" la Constitución.

Respuesta. Unos estamos más obligados que otros por el esfuerzo hecho durante más de un año [en la ponencia constitucional] y por haber visto que el resultado ha funcionado razonablemente bien. La Constitución no es pétrea o eterna: estableció sabiamente métodos de reforma, aunque distinguiendo entre mayores y menores. Yo he propuesto una de las menores para redefinir el Senado. Otra cosa es que se diga "queremos un Estado multinacional", porque eso es lo contrario de lo que hicimos hace 20 años. Y no vale decir "acepto la Constitución en lo que me conviene y en otras partes pido su reforma". No, la Constitución es un todo. Y no creo que nadie piense que ahora habría consenso para un cambio fundamental.

P. Los nacionalistas aducen que se negoció en circunstancias excepcionales.

R. Naturalmente, y por eso tiene el mérito enorme de haber contribuido a una transición pacífica. Todas las constituciones nacen en momentos excepcionales y difíciles e impiden la vuelta a ellos. Gracias a eso, el País Vasco es hoy el territorio más autónomo de Europa.

P. Enérgicos han estado también los presidentes autonómicos socialistas. ¿Coincide con ellos?

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R. Estamos de acuerdo en la defensa de la Constitución. Luego, cada uno utiliza sus argumentos.

P. ¿Sería deseable un acuerdo PP-PSOE?

R. Ese acuerdo, básicamente, existe y es conveniente. Una cosa buena de la proliferación de imprudencias en Barcelona o Lizarra es la aproximación entre ambos.

P. ¿Resistirán indefinidamente la presión nacionalista?

R. Son grupos minoritarios, no ya a nivel de España, patria común e indestructible de todos los españoles, sino en sus territorios.

P. ¿Riesgo de balcanización?

R. Ese lenguaje lo utilizó Felipe González. Yo creo que hay propensiones tribalistas. Pero sólo juntos, cada uno con sus diferencias, podremos entendernos en la Unión Europea y los demás sitios. Así ha ocurrido siempre en la historia importante de este gran país.

P. Usted no está dispuesto a discutir que España es una nación.

R. Estoy dispuesto a discutir lo que sea. Pero hay que aceptar lo que diga la mayoría. Y la mayoría de los sensatos dice que España es una nación.

P. ¿Y no aceptaría aplicar el mismo término a Galicia?

R. Hablar de la cultura gallega es legítimo. Pero decir que es una nación que no forma parte de la española es algo que no está confirmado ni por la geografía, ni por la historia, ni por los votantes.

P. Si los nacionalistas forzasen un cambio del sistema...

R. No lo van a forzar porque no pueden. Forzar quiere decir salirse de las normas del derecho, y eso no se puede hacer ni por las buenas ni por las malas porque hay un consenso entre la mayoría de los españoles. Y la palabra "forzar" la ha usado usted, no yo.

P. ¿Y si los nacionalistas logran ampliar sus mayorías?

R. Tienen perfecto derecho, en virtud de ello, a ejercer los derechos constitucionales y estatutarios, y punto. Estoy persuadido de que esta situación no está planteada más que en términos de debate electoral.

P. ¿Usted cree que los vascos no pueden decidir su futuro sin contar con el resto de España?

R. Es obvio. De su futuro tiene mucho que decir España entera, donde hay vascos por todas partes. Europa no va hacia la creación de nuevos estados, sino a una mayor integración. Pero respetemos su derecho a pedir lo que quieran, siempre que lo hagan por las buenas y dentro de la Constitución. Veremos qué mayoría consiguen.

P. Usted es optimista sobre la tregua de ETA.

R. Hay razones para sentirse esperanzado, aunque también para creer que el proceso podría sufrir tropiezos, como en el Ulster con la última matanza. Éste es el último movimiento terrorista de Europa occidental y ha sufrido golpes muy serios. Si bien algunos podrían no aceptar el paso decisivo de abandonar el terrorismo, serían minoritarios. La reconciliación es posible.

P. ¿Qué precio pagaría por la paz?

R. Ninguno. Lo que se puede es decir: "dejen de matar, entren en la vida política normal y tendrán todas las facilidades". Entonces se podrán considerar indultos... Eso no es pagar un precio, es hacer lo que hay que hacer.

P. Para las víctimas, muy duro.

R. Desgraciadamente, es así y yo les entiendo. Pero las situaciones extraordinarias exigen soluciones extraordinarias y comprensión, saber perdonar y olvidar. Yo he sido objeto de cuatro atentados y digo que, si hacen las cosas de buena fe, recibámosles con los brazos abiertos.

P. ¿La situación de los condenados por el caso Marey podría entrar en el mismo paquete?

R. Es evidente que los excesos que se hayan cometido en la lucha antiterrorista tienen algo que ver con esto, probablemente en una segunda etapa.

P. Hasta ahora usted era la única voz gallega en la política nacional, pero el BNG ha adquirido gran protagonismo. ¿Le inquieta?

R. Con la diferencia de que una es la voz de Caruso y..., je, je, je..., la otra la de un chico de mi pueblo que cantaba muy bien. Hay que decir las cosas por su nombre, aunque ya sé que algunos comentarán que ésta es una frase prepotente. No es la misma voz. Pero, aun así, cuantas más, mejor.

P. Parece muy seguro de que los nacionalistas nunca alcanzarán la mayoría en Galicia.

R. Estoy convencido. Creo en el buen sentido de los gallegos, un grupo de categoría, experiencia, sentido del humor..., y que no está para ciertos posicionamientos.

P. Sobre la detención de Pinochet, usted no suscribe que hay crímenes que están por encima de las jurisdicciones nacionales.

R. Tengo dudas sobre la interpretación de ese principio. Los juicios internacionales han sido de los vencedores sobre los vencidos. La extensión de las facultades de un juez nacional no me parece una solución para el futuro. Todos los países han pasado por situaciones extraordinarias. Y desde los griegos, que inventaron el término amnistía, se ha estimado que requerían soluciones extraordinarias. Hay que olvidar. Si nosotros hemos aplicado ese principio, ¿por qué vamos a pedir a Chile que no lo haga? Esto va a desanimar a otros dictadores a retirarse. Y, por cierto, Pinochet ayudó en la guerra de las Malvinas a la que algunos han llamado históricamente la pérfida Albión -me limito a una frase que está ahí- y ahora, con un pasaporte diplomático especial, lo prenden en el hospital. Respecto al Gobierno británico, Allende era de la Internacional Socialista, que sigue peleando ese pleito. Lo comprendo, pero se están pasando.

P. Sus detractores dirán que responde a una simpatía ideológica.

R. Lo incómodo es decir la verdad. Lo he hecho toda mi vida y he pagado un precio por ello. Lo fácil habría sido decir que apoyo lo que decida el Gobierno. Pero no soy así. Yo soy Manuel Fraga Iribarne, que toda su vida ha dicho lo que pensaba, sin ambigüedades.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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