Error sobre horror
UN HOMBRE de 35 años que ya había sido condenado por agresión sexual se ha confesado autor de cinco asesinatos de otras tantas mujeres cuando se encontraba en libertad condicional. Un camionero de 52 años pasó cinco meses en la cárcel acusado de tres de esos crímenes. El asunto, por tanto, plantea dos problemas: el recurrente de las medidas penitenciarias a aplicar a los delincuentes sexuales, dado su altísimo grado de reincidencia, y el de los errores judiciales.Joaquín Ferrándiz ha sido inculpado por la violación y asesinato de la joven profesora Sonia Rubio, en julio de 1995, tres meses después de haber salido de la cárcel en libertad condicional tras cumplir cinco de los 14 años a que había sido condenado por un delito de violación. Ferrándiz se ha reconocido igualmente autor de cuatro de los otros siete asesinatos con violación producidos en la provincia de Castellón entre 1995 y 1997. El fiscal que lleva el caso ha anunciado que solicitará una indemnización al Estado como responsable civil subsidiario por no haber controlado al presunto asesino en serie.
En España hay 1.600 personas procesadas por delitos sexuales. ¿Sería posible una vigilancia sistemática de sus movimientos tras cumplir condena? No sería fácil de justificar sin algún indicio claro, y este caso demuestra precisamente que la patología del violador asesino es compatible con comportamientos sociales normales. En todo caso, sí parece que las ventajas penitenciarias -reducciones de penas, permisos- deberían administrarse con enorme prudencia para este tipo de delincuentes. Como señaló ayer la portavoz de una asociación feminista, sólo si hay garantías de que contribuyen a la rehabilitación del recluso tienen sentido tales medidas. En cuanto al falso culpable, en el posible error policial y judicial influyó seguramente la presión social por identificar cuanto antes a un culpable: para descargar la inquietud suscitada en la provincia por ocho asesinatos sexuales en año y medio. Pero alguien debería responder ahora de ese error.
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