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CERCO AL EX DICTADOR

El líder socialista chileno respalda a Frei pero advierte que es imposible apoyar a Pinochet

Ricardo Lagos, candidato socialista a las próximas elecciones chilenas, aseguró ayer que no está defendiendo al ex general Pinochet, sino que sólo "ha buscado hacer valer las prerrogativas de la inmunidad diplomática". "Frente a las acusaciones que se le imputan no se puede pretender que los chilenos, quienes masivamente rechazaron las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, sean ahora sus defensores. El Gobierno está haciendo lo que corresponde", apuntó. Lagos hizo un llamamiento a la unidad de quienes están comprometidos con la transición chilena.

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"No podemos terminar divididos por hechos del pasado. Hoy Chile debe mirar al futuro", subrayó Lagos en una declaración que pone de relieve la incómoda posición política en la que se encuentra la principal formación política de la izquierda chilena. Miembro de la coalición gubernamental (Concertación), el Partido Socialista hace desde la detención de Pinochet verdaderos equilibrios entre la razón de Estado y su tradicional oposición a la figura del ex dictador. La ambigüedad en la que se debaten los socialistas chilenos y los sectores que apoyan al Gobierno de la Concertación es el fiel reflejo del comportamiento de la sociedad chilena ante la noticia de mayor envergadura desde el restablecimiento de la democracia. En la calle y en los medios de comunicación tienen mayor protagonismo las airadas voces que, desde un nacionalismo de ribetes trasnochados, hablan de agresión a la soberanía y de una supuesta campaña internacional contra Chile y claman por la inmediata liberación del ex dictador. Atacar a Pinochet es atacar a Chile y a la patria, así de simple es su mensaje.

Miedo en las calles

En la otra orilla, los opositores al hoy senador vitalicio, o sencillamente los que nunca simpatizaron con él, celebran en silencio, sin el más mínimo aspaviento, lo que hasta el viernes pasado era una quimera. Se diría que el miedo que ha imperado en Chile durante 17 años de dictadura y ocho años de democracia maniatada por la omnipresencia de la figura de Pinochet agarrota todavía las conciencias. Y hoy en las calles de Santiago se puede vitorear sin ningún pudor al ex dictador y a su temible policía política, pero muy pocos se atreven a brindar en público por la acción de la policía británica. Se ocultan los sentimientos y los deseos. Unos por miedo, otros en aras de la sempiterna razón de Estado. Hasta un límite. El senador socialista José Viera Gallo, ex subsecretario de Justicia en el Gobierno de Salvador Allende, confesaba a este diario: "No se nos puede pedir que salgamos a defender a Pinochet para defender la democracia. Hasta aquí podíamos llegar".

Vienen tiempos difíciles, advierten desde las filas de la izquierda ante la evidencia del creciente envalentonamiento de la derecha pinochetista, que se siente herida en lo más profundo. "Numerosos chilenos coinciden en que hay un mundo soterrado que está profundamente de acuerdo con un juicio al ex dictador, pero no se atreve a decirlo en voz alta. Hay miedo, un miedo paralizante", dice el jurista y profesor Andrés Domínguez, antiguo presidente de la Comisión Chilena de Derechos Humanos.

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