El presunto violador y asesino de una joven en Castellón confiesa que mató a cuatro mujeres más
Joaquín Ferrándiz Ventura, un amable vendedor de seguros de Castellón de 35 años, puede ser uno de los peores asesinos en serie registrados en la historia criminal española. Entre julio de 1995 y febrero de 1997 la provincia de Castellón fue escenario de ocho asesinatos de mujeres, aparentemente sin relación unos con otros. Tras años de investigaciones, la Guardia Civil ha conseguido que Ferrándiz confiese la autoría de cinco de estos crímenes. La Guardia Civil comenzó a vigilar al empleado de seguros a principios de este año, después de que Ferrándiz intentara meter a la fuerza en su coche a una joven que había salido de una discoteca. Despertó sospechas porque ya había cumplido una condena de 14 años por agresión sexual y porque su forma de actuar recordó a otros asesinatos sin resolver. Detenido finalmente en julio pasado, la Guardia Civil le imputa los asesinatos de la profesora Sonia Rubio, un caso que conmocionó a la provincia de Castellón en julio de 1995; de Amelia Sandra García Costa, de 22 años, en septiembre de 1996; y de tres mujeres que ejercían la prostitución y cuyos cadáveres fueron hallados a comienzos de 1996 junto al río Mijares en Vila-real. Por los asesinatos de estas tres últimas, Natalia Archelos Olaria, de 24 años, Mercedes Vélez Ayala, de 18 años, y Francisca Salas León, de 24, está procesado Claudio Alba Hidalgo, camionero de profesión, quien siempre ha sostenido su inocencia. Su abogada declaró ayer que pedirá una indemnización por su detención y procesamiento.
Ferrándiz comenzó a trabajar como autónomo para una empresa de seguros en Castellón en marzo de 1996 y la Guardia Civil le detuvo en julio en su oficina, ante el asombro de sus compañeros, que le describen como una persona amable y atenta. En ese momento, los investigadores sólo tenían la certeza de que el detenido había protagonizado un intento de agresión sexual en febrero, aunque, por el modus operandi había muchos indicios que le señalaban como presunto autor de la muerte de Sonia Rubio, que fue vista por última vez con vida en Benicàssim a la salida de una discoteca y que subió al vehículo de un desconocido, según varios testigos. El cadáver de la joven fue hallado cerca de Oropesa cuatro meses después.
Las pesquisas de los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Castellón, reforzados por agentes de la Unidad Central Operativa, y los resultados de los análisis realizados a diversos objetos decomisados en un registro domiciliario permitieron en septiembre al titular del Juzgado de Instrucción número 8 de Castellón, Josep Lluís Albinyana, imputarle la violación y muerte de Sonia Rubio.
Personalidad psicopática
Desde entonces, el juez ha interrogado varias veces al detenido. La noche del pasado lunes, Ferrándiz se vino abajo y confesó los restantes crímenes que se le imputan. El director general de la Guardia Civil, quien ayer facilitó los datos de la investigación en Madrid, destacó que éste es uno de los "episodios más importantes de asesinatos en serie", de los que "no hay precedentes en la historia de la criminología" española. Valdivielso añadió que el detenido tiene una "personalidad psicopática".
Educado y amable, bien considerado por las mujeres de su entorno, Ferrándiz vigilaba a sus víctimas, varias de ellas mujeres que regresaban a sus casas solas y de madrugada. Al vigilarle el pasado julio, la Guardia Civil observó que desinflaba la rueda del vehículo de la víctima elegida. No consiguió secuestrarla porque la joven no se percató de la avería, aunque poco después sufrió un accidente. Anteriormente, en febrero, había asaltado a otra joven e intentó introducirla en su vehículo. La intentó dejar inconsciente estrangulándola, pero la víctima consiguió pedir auxilio y fue rescatada por testigos del hecho, según explicó ayer la Guardia Civil.
También Amelia Sandra García volvía sola a casa tras pasar unas horas en una discoteca cuando desapareció en un polígono de Castellón en septiembre de 1996. Su cadáver fue hallado en febrero de 1997 en una balsa en el término municipal de Onda. Como las demás víctimas, fue golpeada, sufrió una agresión sexual y fue probablemente estrangulada. Los cadáveres de las prostitutas de Vila-real se hallaron casi esqueletizados.
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