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El asesino de Sonia Rubio se confiesa autor de otros cuatro crímenes cometidos en Castellón

María Fabra

Castellón contabilizó, entre julio de 1995 y febrero de 1997, hasta ocho crímenes en los que las víctimas eran mujeres. Además, en todos, excepto en uno, un vehículo formaba parte del escenario del crimen. Hasta ahora, parecía que cada muerte era un caso aislado. Sin embargo, una sola persona, Joaquín Ferrándiz, de 35 años, se ha confesado autor de cinco de ellas. Con su autoinculpación se ha pasado a hablar de un asesino en serie, figura poco habitual en la historia criminal española. Un camionero cargaba hasta ahora con la acusación en tres de estas muertes.

Pese a que todavía no se ha realizado ningún informe pericial al respecto, ya se ha definido a Ferrándiz como un frío y calculador psicópata, perfil al que se une, al parecer, un elevado coeficiente intelectual. Desde la dirección general de la Guardia Civil se ha indicado que los agentes "no daban crédito a que un individuo socialmente ejemplar y aparentemente integrado fuera el autor de los crímenes". La Guardia Civil detuvo a Joaquín Ferrándiz el pasado julio tras realizar un seguimiento encubierto durante el cual observó un intento de Ferrándiz de secuestrar a una joven en Benicàssim. Ferrándiz desinfló la rueda del vehículo de su víctima, pero ésta no se percató de la avería, aunque poco después sufrió un accidente. Anteriormente, en febrero, el detenido había introducido en su coche a otra joven a la que presionó el cuello, pero ella consiguió gritar y fue rescatada por unos testigos. Ese hecho motivó el inicio de la vigilancia al sospechoso, que había cumplido una condena de 14 años por agresión sexual. Sin embargo, al detenerle en julio, la Guardia Civil sólo tenía la certeza de que había protagonizado un intento de agresión sexual, aunque, por el modus operandi había muchos indicios que le señalaban como presunto autor de la muerte de la profesora Sonia Rubio, de 25 años. Las pesquisas realizadas por la policía judicial de la Guardia Civil y, reforzada por la Unidad Central Operativa, y los resultados de unos análisis realizados a diversos objetos decomisados durante un registro domiciliario permitieron que el titular del Juzgado de Instrucción número 8 de Castellón, Josep Lluís Albinyana, le imputara en septiembre tres delitos por detención ilegal, abusos sexuales y por el crimen de Rubio. La profesora había desaparecido en la madrugada del 2 de julio de 1995 a la salida de una discoteca de la localidad de Benicàssim, y fue vista por última vez cuando se subía al coche de un desconocido. Cuatro meses después, su cadáver apareció en un barranco del término municipal de Oropesa. Las investigaciones prosiguieron y con ellas el repaso a los sumarios de otros casos como el de Amelia Sandra García, de 22 años, desaparecida en septiembre de 1996 también a la salida de una discoteca y después de subir en un coche desconocido. Su cuerpo se descubrió seis meses después en una balsa de Onda. Ferrándiz se ha confesado también autor de otros tres crímenes. Los cuerpos prácticamente descompuestos de Natalia Archelos, Mercedes Vélez y Francisca Sales, de entre 23 y 28 años, se descubrieron entre enero y febrero de 1996. Estas tres jóvenes ejercían la prostitución cerca de Castellón. Sus cadáveres fueron hallados en una acequia de Vila-real. Por este caso se detuvo a Claudio Alba, un camionero que siempre ha mantenido que es inocente. Estuvo cinco meses en prisión hasta que la juez que lleva el caso determinó que no existían indicios contra él, pero la Audiencia de Castellón revocó la decisión y Alba fue detenido de nuevo y procesado. Su abogada afirmó ayer que pedirá una indemnización. Mientras, la letrada de Ferrándiz, Rosa Edo, explicó ayer que el hermano de éste había mantenido relaciones con una de las prostitutas, con lo que se estableció la conexión con el detenido. La abogada añadió que Ferrándiz "no se va a autoinculpar de ningún crimen más". El director general de la Guardia Civil, Santiago López Valdivielso, calificó la personalidad de Ferrándiz de "psicopática" y afirmó que éste es uno de los "episodios más importantes de asesinatos en serie" en la historia de la criminología española.

"Cazador solitario"

"La persona educada, amable y bien considerada por las mujeres de su entorno pasaba a ser un cazador solitario en busca de una joven con la que satisfacer sus impulsos". Así describió ayer la Guardia Civil a Joaquín Ferrándiz, que desde marzo de 1996 trabajaba en una compañía de seguros. Realizaba un trabajo formal, era amable, serio, respetuoso y puntual, tal como lo definen sus propios compañeros de trabajo. Ninguno sabía que en 1990 fue condenado a 14 años de prisión por cometer una agresión sexual. Su exquisita conducta le facilitó que, en abril de 1995, tras dos meses de tercer grado, obtuviera la libertad condicional.

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