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Viaje a lo inexplorado

Pedro Gorospe

El autobús del PNV ha llegado a la estación electoral con la placa de destino en blanco. Después de más de doce años de representar la centralidad política en las sucesivas coaliciones de Gobierno, aun a costa de sus propias señas de identidad, el PNV se ha plantado en las puertas del siglo XXI al frente de los partidos nacionalistas con el objetivo de conducir al País Vasco hacia un futuro inexplorado. Los peneuvistas no plantean en estas elecciones un modelo de país concreto, pero salvan el escollo con la formulación de un compromiso con la sociedad vasca y sus aspiraciones: "Respetaremos y lideraremos lo que Euskadi y sus ciudadanos quieran ser". Esa indefinición calculada, que muchos califican como la "clásica y rentable ambigüedad" del PNV, responde, según sus estrategas, a una apuesta decidida del partido por impulsar y protagonizar -de forma discreta y ocupando el centro de todas las opciones- la pacificación de Euskadi "al precio que sea". Quizá la apuesta parte de la base de que hasta ahora al PNV, salvo el susto de la escisión de EA, ninguna decisión o escándalo político le ha pasado factura electoralmente. Ni las escuchas a Garaikoetxea; el enchufismo en el acceso a la Ertzaintza de las primeras promociones; el pacto con la coordinadora Lurraldea para sacar adelante la autopista de Leizarán de forma paralela a la campaña del lehendakari con los partidos del pacto de Ajuria Enea; o los 20 años al frente del Gobierno, han conseguido mermarle. Su maestría en combinar racionalidad y emoción, y en fundir esencialismo doctrinario y pragmatismo político, les ha llevado a la convicción de que ahora tampoco van a pagar peaje por ese movimiento táctico hacia posiciones más nacionalistas para el que han puesto al frente a un hombre sin estridencias que compense el giro: Juan José Ibarretxe. Pero en el centenario partido sí que hay serias dudas sobre si el corrimiento hacia tesis más inconformistas con el actual marco jurídico político puede ayudarles a crecer como proyecto social. Es más, consideran un problema que los resultados electorales confirmen su estancamiento, porque no habrían conseguido ninguno de sus objetivos: crecer a base del voto nacionalista moderado y seguir rascando en el entorno de electores no nacionalistas que lo consideran un espacio político seguro.

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De momento, los sondeos confirman esta última sospecha. El capote que han lanzado a HB sacándoles del aislamiento y llegando a acuerdos en el Parlamento y en el ámbito partidista -Declara-ción de Lizarra- va a beneficiar a los radicales mientras que el PNV sigue estancado, o incluso baja.

En ese cruce de caminos en el que se encuentran los de Xabier Arzalluz, el PNV sigue esperando que el proceso de construcción europea les eche una mano, difuminando sustancialmente las competencias de los Estados y permitiendo convertir Euskadi en un espacio soberano políticamente, pero sustentado en lo que de verdad importa al PNV: la soberanía fiscal y económica. Metidos de lleno en ese movimiento pendular, pero conscientes de que el Estatuto de Gernika se está agotando, la ejecutiva de los nacionalistas formó en 1996 una comisión para diseñar un nuevo cuadro de poder político que, como dijo en su día su portavoz, Joseba Egibar, "supere el Estatuto de Gernika".

Pero el PNV no sólo está afrontando con cierta incertidumbre la redefinición de su proyecto. El próximo año es el de la elección del nuevo presidente del partido. El actual, -y posiblemente también futuro-, Xabier Arzalluz, tiene 66 años. Sinónimo de tormenta política, lidera el PNV desde hace ya 18 años. Sin embargo, en el partido nadie cuestiona su liderazgo, conscientes de que su fuerza aglutina al PNV en torno a su figura hasta el punto de que sin él nadie aventura como será el partido.

Sin embargo, después de cien años, saben cómo moverse en aguas turbulentas y se han puesto a trabajar. Primero firmaron la Declaración de Barcelona con CiU y BNG, después el Pacto de Lizarra con HB, EA e IU y los sindicatos nacionalistas, y mañana impulsarán las conversaciones de paz. Ahora que ETA parece haber optado por el alto el fuego,el movimiento que fundó Sabino Arana está decidido a impulsar la ilusión nacionalista, a pesar de que el panorama de desarticulación social, territorial, político y cultural desanimaría al más optimista. El PNV representa el 29,8% sobre voto emitido en Euskadi, el 0,94% en Navarra y en el

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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