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Reportaje:

Selecciones: un agitado deporte

Enric Company

La participación de selecciones deportivas catalanas en competiciones internacionales se ha convertido de nuevo en causa de movilización política nacionalista. Sectores que desde hace décadas persiguen esa presencia internacional han encontrado ahora en el Gobierno de Jordi Pujol un apoyo más decidido que en otras ocasiones y se han lanzado directamente a la vía de la agitación popular para conseguir su propósito. La Plataforma Pro Selecciones Deportivas Catalanas ha emprendido la recogida de firmas para presentar en el Parlament una iniciativa legislativa popular con la que pretenden eliminar la obligación de que las federaciones catalanas formen parte de las españolas. Si lo consiguieran, eliminarían uno de los obstáculos que impide la participación catalana en las federaciones internacionales. Necesitan recoger 65.000 firmas en tres meses. Es un reto, pero no les parece inalcanzable. Pero ése no es el único obstáculo, y la recogida de firmas es principalmente un medio para sensibilizar a la opinión pública y mostrar la existencia de apoyo popular a quienes se oponen a la participación internacional del deporte catalán. Es decir, a los sectores catalanes contrarios, indiferentes o indecisos, al Gobierno español y las federaciones deportivas españolas. En pura teoría, esa recogida de firmas es totalmente innecesaria porque su objetivo cuenta ya con el apoyo previo de cinco partidos cuya representación en el Parlament es más que suficiente para aprobar una ley catalana del deporte hecha a su medida. Son Convergència i Unió (CiU), Esquerra (ERC), Iniciativa per Catalunya (IC) y el Partit per la Independència (PI). A ello se suma que desde el mes de junio el Gobierno de la Generalitat tiene un mandato del Parlament para que el proyecto de ley de deporte que está elaborando promueva y facilite la participación de selecciones catalanas en competiciones internacionales. El Gobierno de Pujol no se da prisa alguna para terminar este proyecto pese a que sabe que existe la mayoría parlamentaria para aprobarlo. Sería, al menos en este aspecto, una ley muy parecida, si no idéntica, a la ley vasca del deporte, que el Gobierno presidido por José María Aznar ha enviado al Tribunal Constitucional. El propio Gobierno ha advertido ya que a una ley catalana del mismo propósito que la vasca le tocaría seguir el mismo camino. Otro motivo que ha decidido a CiU a apoyar la movilización popular en este asunto es el fracaso cosechado, en paralelo, en sus negociaciones con el Gobierno del PP para que la ley del deporte española, también en proyecto, haga posible el reconocimiento internacional del deporte catalán. El Gobierno se muestra totalmente cerrado a las pretensiones de sus socios catalanes. De su preocupación por el tema da idea la entrevista que la ministra de Cultura, Esperanza Aguirre, ha mantenido con el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Juan Antonio Samaranch. Hay algunas federaciones internacionales, muy pocas, que se han mostrado receptivas a los deseos de los nacionalistas catalanes. Pero las grandes organizaciones y federaciones deportivas, el COI y la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), entre otras, sólo admiten a los Estados. Para que esas grandes organizaciones puedan admitir selecciones catalanas en las competiciones tiene que suceder alguna de estas dos cosas: o bien modifican los reglamentos que restringen a los Estados la participación en ellas, o Cataluña modifica su situación jurídico-política y se convierte en un Estado soberano. La probabilidad de que varíe alguno de estos dos condicionantes es también muy escasa, por no decir nula. Tanto, que la vía que buscan abrir los promotores de la participación catalana en las competiciones internacionales es la de ser considerados una excepción. Pretenden que se dé a Cataluña el mismo trato que por situaciones históricas y políticas muy excepcionales se ha dado, por ejemplo, a Gales, Escocia, Irlanda del Norte e Inglaterra en las competiciones mundiales de fútbol, en las que participan pese a formar parte de un único Estado, el Reino Unido. La existencia de este precedente y otros del mismo tipo es lo que, según algunas opiniones, podría ser llevado a los tribunales internacionales en apoyo de las demandas catalanas. Se trataría de reclamar para Cataluña el mismo trato que a entidades nacionales de peso político relativamente similar y conseguir que los tribunales obligaran entonces a las federaciones internacionales a admitirla. Pero incluso en el supuesto de que esa vía, que en cualquier caso llevaría muchos años de batalla jurídica, fuera transitable, exige también la existencia de un fondo de movilización popular. Porque esa no es una causa que pueda moverse sólo desde bufetes de abogados, aunque precisamente el informe del abogado belga Jean Louis Dupont es lo que ha abierto el cielo a los nacionalistas. La utilización de una reivindicación de este tipo con fines políticos o electorales es una tentación irresistible para los partidos nacionalistas. Pero es un dato de la realidad que la existencia del Comité Olímpico Catalán y de esta recién creada Plataforma Pro Selecciones Deportivas Catalanas responde a un deseo vivo en sectores nacionalistas vinculados al deporte, más radicales en este aspecto que los propios partidos nacionalistas. De ahí que, finalmente, CiU se haya decidido a apoyarla, y de ahí también que el partido socialista haya querido mantenerse al margen. Es seguro, piensan unos y otros, que este asunto no estará resuelto antes de las próximas elecciones. Mientras tanto, se ha convertido ya en un objeto de agitación nacionalista.

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