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Segundo acto

José Manuel Alonso. Hemos entrado en la segunda parte de la campaña y, como saben los dramaturgos, ese es el momento más difícil y comprometido. Palabras de Buero Vallejo: "un primer acto lo escribe cualquiera; lo peor es hacer el segundo, porque el máximo interés ha de ir en aumento ". Probablemente por eso los partidos ahora están afinando mucho más a fín de que no se les vaya el público espectador y expectante: "No valen los mensajes confusos". Para ello, utilizan personajes nuevos, que no habían salido a escena: sindicatos, amas de casa, intelectuales, educadores, empresarios... Es decir, tratan de dar protagonismo a la sociedad misma, de hacer sitio al público en el escenario porque "la sociedad -comentaba Ibarretxe- es más moderna que algunos políticos". Además, cada partido actúa ya en función del indicativo de las encuestas que vienen a ser las opiniones de los espectadores al descanso de la obra. No es de extrañar que los políticos se ocupen ahora del público, porque esas voces que durante toda una legislatura no tienen voz y se oyen estos días reclaman paternidad. Hay demasiados ciudadanos que se sienten huérfanos; y eso no puede ser, hay que corregir la obra. Se cambian discursos y se vuelve en algunos casos a la moderación, o a la recuperación, incluso a los tópicos que en ocasiones dieron fruto. Esto intenta Mosquera con el mensaje de la contra, el del agua de Bilbao o el de la taberna española, y dejar claro que ellos (UA) son "distintos pero buena gente". También hay quien prepara un desenlace imprevisto, quizá acusando el golpe de algunas de esas encuestas: "si hay que ir a la oposición (donde no estaba EA) será con dignidad". Cada partido va representando la obra en función del público, obligando a que el protagonista adquiera ya singularidad y autenticidad, no sea que el espectador se pase a otra sala. Hay también temas que estaban en el primer acto y continúan en el segundo. Por ejemplo, los límites geopolíticos del territorio y el proceso de paz en el que estamos, con referencia al caso irlandés, recuperado con fuerza por la concesión del Nobel de la Paz a Trimble y Hume. Esto del espacio territorial y la permanente mirada hacia Irlanda nos recuerda dos ejemplos de imaginación poética: "Un niño caminaba junto a su padre. De pronto el niño se detuvo, señaló un cuadrado de tierra, abierto sobre la acera, donde alguna vez estuvo sembrado un árbol, y dijo: Mira, para un enano, ese es un país". Otro niño "buscaba conchas, y caracoles por la orilla del mar, encontró en su camino una hilera de pies marcados en la arena por otros caminantes que le antecedieron. Se detuvo. Puso su pie dentro de una de las pisadas y dijo: No, esa huella no me sirve". Por supuesto que estos ejemplos poseen sólo una doble característica: su inocencia y su poesía. Pero, ¿no hay a lo largo de una campaña política mucha inocencia en planteamientos y discusiones?. ¿Y no ocurre en política lo mismo que resaltaba José Zacarías Tallet, autor de "La semilla estéril": "la poesía está en todas partes, más la cuestión es dar con ella"?...

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