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Iker Goenaga evita el inmovilismo y lo comercial en su estreno discográfico El "trikitilari" guipuzcoano estima que el auge de su intrumento es más que una moda

El estreno discográfico de Iker Goenaga (Zizurkil, 1974) contiene 14 temas, 12 de ellos propios, abundando los ritmos tradicionales vascos, del fandango al arin-arin, sin olvidar trikitixas, porrusaldas y kalejiras. Tras cinco años de indecisión, el compositor se ha decantado por una instrumentación básicamente acústica para construir un disco que se aleja del inmovilismo de la tradición sin caer en la inclinación comercial de otros jóvenes trikitilaris. "Aunque la estructura y el ritmo de mis canciones es tradicional, se aprecia que tengo otras influencias al hacer las armonías, las melodías, los arreglos de la guitarra acústica, del bajo...", reconoce Goenaga al tiempo que asegura que, pese a haber rehusado acometer su trabajo junto a una banda eléctrica, la esencia de la trikitixa no se desvirtúa al servicio del rock. En su debú en solitario ha contado con la ayuda de amigos como Tapia eta Leturia, Maixa ta Ixiar y Mikel Laboa,que colaboran a la hora de registrar unas canciones cuyas letras denotan un gran apego a su tierra y cierto grado de compromiso. Eso se desprende de la obra de un trikitilari que empezó a frecuentar las txapelketas con ocho años y que se convirtió en habitual de las romerías compartiendo escenario, a modo de bikote, con su hermana Larraitz. Juntos grabaron, en 1993, un disco compartido con Maixa ta Ixiar, pero él pronto emprendió una carrera en solitario que, tras numerosas colaboraciones (Sorotan Bele, Mikel Laboa, Mikel Errazkin, Anje Duhalde), ha desembocado en la edición de Soinugorri por parte de Elkarlanean. Cuestionado acerca del reciente boom trikitilari, Iker Goenaga se enfrasca en un detallado repaso a la historia reciente del acordeón diatónico y, tras comentar el desamparo que sufrió tras la Guerra Civil española, señala la transición de los años setenta a los ochenta como periodo clave en su resurgir. "De finales de los ochenta en adelante, con Tapia eta Leturia y Kepa Junkera, tuvo otro auge y a finales de 1994, con Gozategi, Maixa ta Ixiar y estos, se le ha dado otro camino. La música que suele oír la gente no es la trikitixa tradicional; se ha logrado fusionarla con otro tipo de música, a la gente le ha atraído, ha habido una conexión, y se han abierto otros caminos. Los ídolos han cambiado. Realmente, no sé si es una moda, pero creo que los grupos están trabajando duro y, puede que ahora tenga un auge muy fuerte y que esto venga un poco para abajo, pero no creo que desaparezca.

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