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La paella no es para los marines

Los responsables del ejército norteamericano son muy cuidadosos con lo que comen sus soldados. Toda la comida que llega a sus bases de ultramar debe pasar por estrictos controles que verifiquen su calidad y procedencia y, ante todo, debe responder a los cánones de la dieta nacional. La empresa holandesa Ebrex firmó a principios de año un contrato con este poderoso ejército para abastecer de alimentos a sus bases en Europa. La primera de las filiales que comenzó a operar en abril fue Logística Ebrex, afincada en Crevillente, que utiliza uno de los depósitos francos del puerto de Alicante para almacenar y distribuir toneladas de productos made in USA. Si un día a los marines les apetece acudir a un restaurante de la localidad más cercana a la base y pedir un buen plato de paella, es su problema, pero en los dominios de su ejército todo lo que se consume debe tener obligatoriamente sabor norteamericano. Por ello, en las naves del puerto alicantino utilizadas por Ebrex se observan pilas de cajas de productos del american way of life como ketchup, marshmallows, sirope de arce, pancakes y la sopa Campbell"s en lata que se encargó de inmortalizar alguien tan ajeno a lo militar como Andy Warhol. Antes de que Ebrex pasara a hacerse cargo del rancho de los soldados, era el propio ejército el encargado de gestionar los suministros. Esta autogestión se reveló como un fracaso, por el desconocimiento de los militares de los requisitos aduaneros y la normativa sanitaria de cada país. Merced a este contrato, Ebrex se convertirá paulatinamente en la suministradora de las bases del Mediterráneo -lo que incluye España, Italia, Grecia, Turquía, Israel y Arabia Saudí-, y de Portugal. De momento sólo funcionan almacenes en España e Italia, en este último país a través de la filial Ebrex Food Services. La actividad de la empresa en el puerto de Alicante funciona a golpe de pedidos. El gerente operacional de Logística Ebrex, Mark Wilbrink, señala que "las bases piden lo que necesitan y tenemos la obligación de hacérselo llegar en 48 horas, excepto en el caso de las Islas Canarias, que nos dejan 96". Por eso, cuando los barcos de la VI Flota visitan estas latitudes o cuando a las bases de Morón o Rota se desplaza un contingente de tropas para alguna tarea específica, el trabajo se multiplica. En las bases españolas residen habitualmente unos 4.500 soldados norteamericanos, pero en momentos puntuales esta población puede aumentar hasta los 50.000. Los alimentos son adquiridos en Estados Unidos por Sysco, una empresa que mantiene un convenio con el Ejército para ello. La compañía tiene una cartera de proveedores acordada, cuyas fábricas son visitadas periódicamente por militares que comprueban que en la comida de sus muchachos no se cuela ningún cuerpo extraño. Todas las cajas viajan hacia Europa con una etiqueta que debe especificar su peso, las unidades que contiene, la fecha de caducidad y una leyenda que advierte: "Para las fuerzas militares en Europa. Prohibida su venta". En Alicante deben ser revisadas una por una, almacenadas y transportadas hasta las bases. La mercancía no paga impuestos ni tasas de aduana porque, al estar consideradas las bases como territorio estadounidense, la comida viaja "de Norteamérica a Norteamérica", destaca Wilbrink. Los depósitos tienen que estar preparados para almacenar cualquier producto. Por ello, existe una nave para alimentos que no necesitan frío, una cámara para alimentos refrigerados y un almacén para ultracongelación a 20 grados bajo cero donde permanecer más de dos minutos es un espanto para los huesos. Además, cada escala de la jerarquía militar -soldadesca, suboficiales, oficiales y generales- tiene unas necesidades, y los situados en la esfera superior mantienen sus caprichos, como denotan los pavos enteros congelados que esperan en una esquina a ser cargados. Por pedir, se han pedido hasta condones, asegura Wilbrink. Que a los mandos también les importa la dieta sexual de sus marines.

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