Eslovenia también existe
Soy una profesora de español recién llegada a este entrañable país con la labor de fomentar y divulgar nuestra lengua y cultura. Pero al llegar aquí me he encontrado con la reencarnación de Don Quijote -en versión eslovena-. Este ingenioso hidalgo, Don Skubic de Eslovenia, ha dedicado parte de su vida a "desfacer entuertos" y a batallar contra viles burócratas y colosales adversidades, llevado quizá por su incondicional ideal caballeresco: traer hasta "aquestas fermosas tierras" ex yugoslavas la lengua de Cervantes.¡Y lo ha conseguido! Ya han pasado más de 30 años desde que este singular Quijote comenzara su andadura, y en la Universidad de Liubliana ya ha empezado a existir una sólida tradición en la enseñanza del español.
El 5 de octubre, al doctor Skubic se le reconoció su "amoroso batallar" con la Encomienda de Isabel la Católica, premiando así su labor como embajador de las letras hispánicas en un país donde aún no han llegado ni el Instituto Cervantes ni una embajada española.
El 6 de octubre, aún borracha de emoción por el día anterior, busqué anhelante en vuestro periódico un pequeño tributo a tal acto, pero... ¡nada! Por no hallar, no encontré ni el nombre de Liubliana en el mapa europeo dedicado al tiempo meteorológico. ¡Eso sí! Agradecí profundamente que se me aportara un nuevo capítulo del excitante culebrón entre Clinton y Lewinsky (ya se sabe: "Money makes ther world go round").
Así que ahora a continuar con la tarea de promocionar la lengua de un país que ha demostrado tal indiferencia por Eslovenia; y los eslovenos... ¡a seguir soñando con aparecer algún día en la página del tiempo de EL PAÍS!
¿A cuántos doctores Skubic más galardonaremos con nuestra indiferencia ombliguera?- .
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