Velázquez es "la esencia de la pintura"
Jonathan Brown y Carmen Garrido desvelan la técnica del pintor en todos sus detalles
El historiador del arte Jonathan Brown y la restauradora Carmen Garrido han dedicado medio siglo al pintor Diego Velázquez (Sevilla, 1599-Madrid, 1660). Ahora han volcado en el libro Velázquez. La técnica del genio (Encuentro Ediciones) sus conocimientos para dar a conocer los mínimos detalles de 30 cuadros del pintor, expuestos en su mayoría en el Museo del Prado, a través de más de 200 fotografías e ilustraciones. Dicen que han puesto sus ojos para que el lector pueda seguir "el proceso de creación" de un artista que es "la esencia de la pintura".
Jonathan Brown, autor de Velázquez, pintor y cortesano, regresó ayer a Nueva York tras asistir a la inauguración de la exposición sobre Felipe II como príncipe del Renacimiento, en el Museo del Prado, de cuyo comité científico forma parte. El próximo año, con motivo del cuarto centenario del nacimiento de Velázquez, volverá al Prado para montar una exposición en la que relaciona los tres grandes pintores cortesanos: Velázquez, Rubens y Van Dyck. "Las comparaciones son llamativas, al interpretar el ambiente cortesano donde viven, como las ambiciones y las modas".Carmen Garrido, restauradora del Museo del Prado, dedicó al pintor su estudio Velázquez, técnica y evolución, con los resultados de laboratorio frente a las obras que en 1991 fueron vistas por medio millón de visitantes en la exposición estrella del museo. Desde los años ochenta, con un programa del entonces director Alfonso E. Pérez Sánchez, se limpiaron y restauraron 57 pinturas, la mitad de la producción del pintor. Tiene otro trabajo terminado sobre las pinturas de El Bosco, pendiente de editor, y en los últimos años se concentra en El Greco.
Movimiento
De la colaboración entre Brown y Garrido surge una mezcla de historia y de técnica para meter al lector dentro del cuadro. Brown cree que "toda obra de arte creativa empieza con una idea y después se utilizan medios técnicos para realizarla". "Velázquez tiene unos detalles increíbles, preciosos, que se pueden seguir de una forma nunca vista hasta ahora". Garrido añade que el libro tiene intención divulgativa para acercar al pintor con un rigor científico y poder responder a esos interrogantes sobre el primer impresionista, el empleo de poca pasta, los efectos o la preparación del lienzo.El "movimiento de la vida" es lo que consigue Velázquez, según Brown, en unos fondos que no tienen otros artistas del siglo XVII. "Le interesa la idea de crear una imagen que tenga movimiento, con una elaboración técnica que dé la impresión de un movimiento continuo. En este sentido, me parece que es el primer pintor moderno, el que rompe el molde".
La evolución técnica de Velázquez tiene un momento clave con su primer viaje a Italia, en 1629, según Brown, donde experimenta un cambio radical de su técnica. Carmen Garrido añade que el artista parte, en sus comienzos sevillanos, de una manera de trabajar más tradicional dentro de su forma personal, sobre todo en la preparación de las telas. Tras su viaje a Italia, los fondos rojos se vuelven más claros, "con una profundidad y luminosidad diferente". En los numerosos detalles de los cuadros que aparecen en el libro se aprecian estos fondos y la escasa pintura empleada. Están de acuerdo en el buen estado de conservación de los cuadros del Prado -el libro analiza 28 que están en el Prado y otros dos en el museo de Orihuela y del monasterio de El Escorial-, en los que se pueden apreciar hasta los granos que se mezclaban para dar movimiento o los fondos a paletadas. "Están como si hubieran salido del taller".
Aunque no suele utilizar dibujos preparatorios, la pincelada es la que imprime el ritmo, sin que pretenda una perfección técnica, según Garrido. "Está preocupado por el conjunto, por el efecto total de la obra". El pintor ahorra en materiales, como ocurre con un retrato de Mariana de Austria que está hecho sobre otro de Felipe IV, cuyo bigote aparece tras aplicar radiografías. En otras ocasiones añade tela al lienzo preparado cuando el modelo lo requiere, como es el caso del cuadro del bufón llamado don Juan de Austria. Sobre el trabajo del pintor también se pueden descubrir los soportes, las preparaciones, las telas, los pigmentos y colores, la composición y la ejecución.
En estos detalles y en el juego de las pinceladas, los dos autores comentan que sus referencias llegan a los pintores actuales. Cuando la mano tiembla anuncia el futurismo pero otras pinceladas se identifican con Goya o con José María Sicilia. Brown cree que no se entiende a Velázquez hasta el siglo XIX y carece de seguidores de su mismo entorno. "Hasta que no se abre el Prado en 1819, los cuadros estaban escondidos en los palacios reales y entonces es cuando se descubre a Velázquez como el genio más grande de la pintura pura". Para el año Velázquez se prepara, además de la propuesta de Brown de relacionar los tres pintores, una exposición en Sevilla, con Juan Miguel Serrera de comisario, con la veintena de obras de su etapa sevillana, desde que entra en la escuela de Francisco Pacheco a su viaje a Madrid en 1622 y entra al año siguiente al servicio de Felipe IV.
Brown sigue interesado en la pintura española del Siglo de Oro y en la actualidad ha dado un giro a sus investigaciones para centrarse en el arte hispanoamericano de la época colonial o virreinal, y participa en una exposición que se proyecta para el próximo año en Madrid y México sobre los siglos de oro en los virreinatos de América, entre 1550 y 1700.
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